18-. La bestia felina y sonriente del Bosque Tulgey

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La casa no dejaba de dar vueltas con violencia.

Los cinco chicos metidos en esa cabaña peleaban por no ser golpeados por tablas sueltas que se desprendían de las paredes y del techo, algunas pasaban cercanas a sus cabezas o a sus caras.

Jay había sido golpeado en un costado, Carlos tenía el pelo alborotado por los roces de madera en la cabeza, Evie terminó con las manos lastimadas por evitar que uno de esos tablones terminara en su cara, Ben fue abollado en su espalda varias veces, y Mal solamente se quedaba viendo por la ventana.

En algún punto los chicos se habían considerado ágiles. Lo habían demostrado cuando recién llegaron a Historioburgo y habían terminado siendo capturados por David, Emma y su esposo, sin embargo, en esos momentos estaban totalmente aturdidos. Viajar a través de un portal en forma de tornado no era una buena experiencia, mucho menos después de ver que su enemiga parecía hacerle algo.

Repentinamente la casa se sintió liviana, Mal y sus amigos comenzaron a flotar levemente en el espacio, su cabello morado flotaba alrededor de su cara... la dicha duró unos segundos que ni pudieron disfrutar. Pues la casa terminó cayendo en picada.

Habían salido del tornado y aterrizaron con fuerza. Fue sorprendente que la casa, a pesar del estado en el que se encontraba, quedara intacta después del golpe. O bueno, por lo menos que no se hubiera despedazado sobre ellos.

Ben se levantó y se frotó la espalda, haciendo muecas mientras pasaba sus manos sobre su piel.

—Bueno... parece que llegamos— miró a sus amigos y los ayudó a ponerse de pie.

Jay y Carlos se sobaban, al igual que Ben, en las partes en las que habían sido lastimados. Evie tenía leves cortes en las manos que empezaron a sangrar un poco, mientras que Mal se sacaba las astillas de sus brazos y sus pantalones. Habían acabado el viaje, pero estaba segura de que sus problemas no terminarían todavía.

—Llegamos, pero no a dónde queríamos, Ben— contestó Mal, levantándose para mirar por la ventana—. Narissa manipuló el portal antes de que nos lanzara por los aires.

—¿Cómo estás tan segura de eso? — preguntó Evie.

—Porque la vi antes de que el tornado se tragara la cabaña. Algo me dice que no hemos llegado.

—Podríamos cerciorarnos de eso— propuso Jay.

Mal miró por la ventana. Afuera se extendía un terreno para nada alentador.

—No creo que sea necesario. El lugar que vi no contaba con un bosque siniestro.

Salieron de la cabaña en cuánto Mal dijo eso.

En efecto, afuera había un gigantesco bosque de tenebrosos árboles negros. Pareciera que hubieran sido quemados, pero ese parecía ser su color normal. Los troncos oscuros estaban en ángulos torcidos y raros, las ramas de arriba eran tan frondosas que la luz adquiría un tono azul oscuro que solo empeoraba el aspecto del lugar.

Un bosque tenebroso no era su destino... un mundo loco tampoco lo era.

—¿Qué haremos? — preguntó Evie, mirando alrededor, nerviosa.

—Volvamos a la casa— comentó Mal mirando a su amiga—. Es mejor tener un refugio a...

Cómo una cruel broma del destino, al girarse, los cimientos que sostenían la cabaña se partieron, provocando que todo cayera a pedazos y se rompieran entre ellos con cada impacto. Hasta dejar en el suelo un rastro de viejas maderas y vidrios rotos.

—Creo que se ve mejor así— comentó Jay con sarcasmo.

—Genial, era lo que faltaba para hacer de este día el mejor— Mal se puso las manos entre el cabello morado.

Once Upon A Descendants: El Secreto de la Isla #1 (COMPLETADA)Where stories live. Discover now