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Me dolía saber que Remus me ocultaba algo, había sido bastante directo y sincero sobre ello así que las preguntas que él no me podía responder crecían casi tan rápido como mi curiosidad por descubrirlo.
Respetaba completamente su privacidad, controlando mis impulsos por interrogarle, cada vez que él no podía responderme me miraba con tristeza y me daba un beso, antes de marcharse intentando que la conversación no se volviese incómoda.
Eso acababa de ocurrir, Remus me estaba acompañando a la práctica de Quidditch cuando se me ocurrió preguntar porque no podíamos vernos ese fin de semana, entonces él sonrió, me dio un corto beso en la comisura de los labios y se marchó de manera silenciosa.
No pude concentrarme en toda la práctica, y como capitana del equipo eso la convirtió en un completo desastre. Después de cambiarnos en los vestuarios sentí como James y Sirius se acercaban corriendo mientras caminaba hacia el castillo.
—¿¡Qué mierdas te ha pasado!?— preguntó James tomándome del brazo. Sirius estaba a su lado, con la misma mueca de confusión.
Agaché la cabeza avergonzada, llevaba varios días buscando una forma de pedirle a Remus que viniese conmigo al baile de invierno, pero mis planes se veían frustrados, la cita del fin de semana era una de mis últimas oportunidades, el baile cada vez estaba más cerca.
—¿Ha pasado algo con Remus?— preguntó Sirius, mi mueca pareció servirles de respuestas y mi hermano me miró furioso.
—¿Te ha hecho algo?— preguntó James agarrándome más fuerte el brazo, yo negué rápidamente con la cabeza.
—Creo que me está evitando.... y quería pedirle una cosa....—agaché la mirada avergonzada, pero por el rabillo del ojo pude ver como se miraban un momento, y como Sirius se movía, para dejarme entre James y él, y abrazarme por los hombros.
—Pequeña, el muchacho no te está evitando, es solo que está muy nervioso, pero deja de pensártelo, todos sabemos que acabareis yendo juntos al baile, así acércate y pídeselo—dijo Sirius leyendo mis pensamientos, le miré sorprendida.
—No es legeremancia— respondió a una pregunta que tenía en la cabeza. Me alejé un poco de él, todavía más sorprendida.
—A veces es molesto, pero deberías hacerle caso— susurró James, y ellos siguieron andando mientras me quedaba parada, pensando en lo que acababa de pasar.
Le di varias vueltas, pero decidí hacerle caso Sirius y dejar de pensar. Sabía que encontraría a Remus en la biblioteca, en nuestro sitio.
Al sentarme a su lado él levantó la cabeza de su libro, mirándome, no llevaba mochila, ni libros ni nada y sabía que si hablaba con él se sentiría incómodo de que la bibliotecaria nos pudiese regañar, por lo que, con su mirada puesta en mí, le quité un papel y la pluma que tenía en la mano.
