capítulo 21

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El señor feudal del fuego observaba desde su trono como los bufones y demás entretenimientos danzaban frente a él, buscando divertirlo. Reía, estaba dichoso de las buenas nuevas que parecían multiplicarse a cada instante. Sus tres generales solo le traían buenas noticias, el ejército armado que se preparaba en la capital se fortalecía y disciplinaba a cada semana que trascurría. Se sumaban adeptos, se creaban estrategias, se contrataban más y más armeros para el desfile interminable de lanza, flechas, escudos y ballestas.

Los efectivos ascendían a un número superior a los 70.000, fuerzas de choque, arqueros, lanceros y caballería. Pronto el ejército del fuego estaría más que listo. Sin embargo, Daimyō no era un hombre descuidado. Sus conversaciones a solas con ciertos hombres importantes en Konoha le había advertido la imperiosa necesidad de no confiarse. Los ninjas se habían vuelto más y más arrogantes con el paso de los años. Sus capacidades para manejar el extraño chakra, eran para darles respeto merecido. Nunca se sabía lo que esos hombres y mujeres podían hacer moldeando esa fuerza espiritual.

Un ejército era un paso más seguro según el criterio del feudal. Una fuerza armada cuyo número tuviera poder para someter al enemigo. Pero individualmente solo fueran soldados. Ninguno con fuerzas sobrehumanas y velocidades de rayo. Ninguno que pudiera aspirar a más que simplemente servir a su señor.

Daimyō calculó que en un año a más tardar, podría contar con más de 150.000 soldados listos para la conquista. El resto de los países elementales no podrían oponerse individualmente en un combate. Además contaba con no menos de 10.000 Shinobi provenientes de Konoha para reforzar su ejército y así conquistarlo todo.

Una buena idea además, fue enviar como embajador a Naruto Uzumaki. Todos confiaban en el héroe de guerra, todos estarían con guardia baja esperando paz. Luego de un año, se encontrarían con la triste derrota frente a sus ojos. Naruto solo era una excusa, solo un pretexto para retrasar el conflicto. Daimyō probó lo útil que el Jinchūriki podía ser cuando convenció a lord Kazekage del acuerdo comercial. Así que dejaría actuar a Naruto prometiendo paz, para luego tomar de un solo golpe los 4 países más grandes con sistema ninja.

Una vez eliminada toda la resistencia, Daimyō también desarmaría Konoha, erigiendo a su propio ejército como la única fuerza del gran territorio del fuego. Los ninjas serían cazados y eliminados, se prohibiría el uso del chakra, se anularían a los clanes con poderes fuera de control. Todos estarían sometidos al imperio naciente.

En cuanto a los samurái, eran un problema si se los llevaba a una guerra. La economía de país del hierro no se había resentido al no tener feudal desde un inicio. Eran una tropa homogénea y muy fuerte. El general Mifune era un hombre sumamente respetado y una guerra en su contra, acarrearía más enemigos venidos de aldeas aliadas a los samurái. Así que Daimyō le encargó especialmente a Naruto hablar con los guerreros del bushido y llegar a un acuerdo. Era lo mejor por el momento.

Los pensamientos del señor del fuego se interrumpieron por su esposa. La bella y joven señora venia escoltada por su guardia personal y las doncellas que cuidaban de ella a sol y sombra. Cabellos negros como la noche, ojos azules y piel tan blanca como la nieve. Parecía una muñeca de porcelana, era una de las propiedades más valiosas del señor feudal.

—Mi señor…—sonrió ella con reverencia incluida frente al trono— le tengo excelentes noticias.

—mi querida…—dijo con un ademan invitándola— acércate a tu señor y dime que nueva dicha ha llegado a su majestad.

—Lo que tanto hemos esperado mi señor…—aseguro ella sonriendo— un heredero para mi señor.

El Daimyō abrió grandes los ojos haciendo retirar a todos los de la corte con su gesto de mano. La esposa de inclinó respetuosa pero no dejaba de sonreír porque sabía el gozo que su señor marido tendría por la novedad.

Contracara  (Traducción)Where stories live. Discover now