¿Todas esas películas y series que te cuentan lo maravilloso que es ser gay, vivir rodeando de conpañaros heteros modernos en el instituto que te aceptan como eres y padres que te quieren incondicionalmente?
Todo mentira.
La realidad no es esa.
Al m...
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⎯¡Jake!⎯ susurró SungJin ⎯¡Ven aquí!
Pero la ignoré y seguí observando.
⎯¡Te tengo dicho que no me lleves la contraria!⎯ gritó mi padre.
El bufetón resonó por todo el salón, sobresaltándome. Estaba presenciando la escena en silencio y aterrorizado, agachado junto al umbral de la puerta, y vi que mi madre se llevaba una mano a la mejilla y retrocedía un par de pasos. Sin embargo, no se quejó no dio muestra alguna de dolor.
⎯Y yo te tengo dicho que no vuelvas a ponerles la mano encima a los niños⎯ dijo con voz firme.
⎯¡Jake!⎯ volvió a susurrar SungJin.
⎯¿O qué?⎯ preguntó el.
⎯O te denuncio.
Mi padre soltó una desagradable carcajada.
⎯¿Qué tú me vas a denunciar? ¿Y de dónde vas a sacar el dinero para mantener a los mocosos? No tienes adónde ir.
⎯Jake, como te vea papá, se la va a pagar contigo ⎯ insistió SungJin sin alzar la voz ⎯¡Ven aquí ahora mismo!
⎯¡Shh!
⎯Ya me las arreglaré ⎯replicó mi madre. ⎯Y ahora, me voy. No sé obedeció tratar contigo cuando estás borracho.
Otro bofetón, esa vez más fuerte que el anterior. Mi madre retrocedió hasta chocar contra la pared.
⎯¡Mamá!⎯ grité sin poder contenerme.
Enseguida me di cuenta de que había sido un error.
Sin perder un segundo, mi padre cruzó con unas pocas zancadas el espacio que nos separaba y me cogió por el pelo. Por suerte, no vio a SungJin.
⎯¡Suéltalo!⎯ chilló mi madre ⎯¡Déjalo en paz!
Corrió hasta nosotros, pero mi padre le dio un tercer bofetón que la hizo caer al suelo, con lágrimas en los ojos.
⎯¡Vas a hacerle daño! ¡Solo tiene siete años!
⎯¡Mamá!⎯ volví a gritar.
⎯¡A callar!⎯ gruñó mi padre, y me arrastró hasta el sofá tirándome del pelo, ignorando mis gritos y mis lágrimas. Me sentó allí a la fuerza y se inclinó amenazadoramente sobre mí. ⎯¿Qué has visto, mocoso?
Su aliento atestada a cerveza y me golpeaba en la cara como un látigo con cada palabra que pronunciaba, invadiendo mis fosas nasales y provocándome unas náuseas que apenas lograba controlar.
⎯To... todo.
Un bofetón.
Me llevé una mano a la cara y mi madre soltó un grito, pero él la silencio con una mirada.
⎯Rú callate, o te llevas otro ⎯le advirtió él. Después volvió a dirigirse hacia mí.⎯¿Qué has visto, mocoso?
Tragúe saliva y tibuteé antes de responder.
⎯Nada.
Él sonrió, evidentemente complacido por mí respuesta.
⎯Así me gusta. No has visto nada, ¿a que no? ⎯Me apresuré a negar con la cabeza. ⎯Muy bien. Pues espero que siga así. Porque cono le digas a alguien lo que has visto, te daré una paliza que no vas a olvidar. ¿Queda claro?
Con lágrimas en los ojos, volví a asentir con la cabeza.