Extra: porqué me enamoré de ti.

583 39 38
                                    

Nota: este extra tiene spoilers grandes de otras historias mías (más específicamente de "¿Y nuestro final feliz?" y "Mi complemento"), en caso de que las estés leyendo o tengas planes de hacerlo.

LIAM.

Moore me mira a la expectativa mientras yo analizo con una ceja enarcada la camiseta que me ha regalado.

De acuerdo, no juzgo a nadie y todo eso, pero este es un regalo extraño.

Y no entiendo el motivo, pues no es mi cumpleaños ni nuestro aniversario. De eso estoy seguro.

En realidad, no tenemos tanto de habernos mudado. Hoy ya tuve mi primer entrenamiento para ser guardaespaldas, además de que ella ya estableció su propio negocio. Hoy estuve todo el día colocando las luces de su local y moviendo muebles porque desde hace unos días anda muy cansada. Por lo mismo, estoy rendido y solo quiero darme una ducha para que podamos irnos a la cama.

Pero apenas llegamos a casa, me dirigió con entusiasmo a la sala y me entregó este regalo, el cual, repito, es extraño y temo abordar este tema de una manera incorrecta.

La camiseta es en color negra y solo dice: i'm a daddy.

—¿Quieres hablar de algo?—le pregunto, cauteloso.

—¿Eh?

—Mira, si tú deseas decirme así, la verdad es que se me hace raro, como que me hace sentir extraño, pero si es algo que tú quieres hacer, puedo intentarlo.

Solo parpadea, confusa.

—Me parece que no nos estamos entendiendo, Liam.

—No tienes que avergonzarte. Sé que hay muchas chicas que le llaman daddy a sus novios o esposos, es solo que a mí me parece un poco raro y siempre he creído que tiene un trasfondo muy psicológico.—respondo, encogiendo los hombros.

Moore abre y cierra la boca repetidamente, buscando las palabras.

—No... Yo no... —suspira—. Vaya.

—¿Te he hecho sentir avergonzada? No era la intención.—aclaro, tomando su mano.

—Puedo decirte que sin duda cada día me sorprendes... Voy a tomar una ducha.

Se para con prisa del sillón para subir casi corriendo las escaleras.

Quizá no debí decirle nada. Si ella quiere llamarme así, es posible que hasta le costara trabajo contármelo.

Pero es que a mí me sigue pareciendo muy extraño que quiera decirme daddy.

Además, aunque no se lo dije para no hacerla sentir mal, la verdad es que muchas de las personas que en mi pasado me abusaron, me decían de esa manera al hacerlo.

Cerdito se acerca a mí, coleando y dejándose caer de espaldas para que lo acaricie.

—¿Crees que esté molesta conmigo?

Como si me fuera a responder.

Tras jugar con él un rato para también darle tiempo a Moore de estar sola, me encargo de lavar los trastes sucios antes de subir.

La casa que compramos no es muy grande, aunque está en un lindo vecindario. En el piso de abajo tenemos la sala, comedor, cocina, baño y cuarto de visitas. Arriba está nuestra recámara con su armario y baño, otro baño, el estudio de Moore y mi pequeño estudio que en realidad uso para trabajar con la cerámica.

Es más grande que la casa en la que crecí, pero más chica que en la que mi esposa lo hizo.

Y me encanta.

Reencuentros.Where stories live. Discover now