°•.12.•°

1.1K 121 29
                                    

4 meses después...

Gritos se oyen desde afuera, frunzo el ceño y volteo entre las sábanas, me abrazo sin ver quién o qué está a mi lado, sólo rodeando aquello con mis brazos y enterrando mi rostro en él, pero mi enojo por haber sido despertado se convierte en confusión al no sólo oír sino también sentir como ríe, haciendo que en donde estoy acostado vibre y se mueva en conjunto con sus risitas. Abro los ojos mientras me quejo y ahí, a mi lado, o más bien debajo de mí, veo a aquel rubio que cambió mi vida por completo y me sonrojo por el simple hecho de haber dormido sobre su pecho desnudo, sólo para recordar que yo también lo estoy y no hallo de otra más que esconderme en su cuello con las sábanas cubriéndome de su vista, ganándome más risas de su parte.

—No te rías.— hago puchero.

—Ay, príncipe.— vuelve a reír pero con cariño— No me digas que aún te da vergüenza.

—Shh...— ríe y le propino un golpe en las costillas— Cállate y ámame.

—Oh, créeme que lo hago.— siento movimiento y luego el cómo está sobre mí, aprisionándome contra el colchón, las sábanas siendo la única barrera para separarnos— Pero no puedo hacerlo bien si te sigues escondiendo.— con suavidad quita las telas y miro sus ojos, el más puro amor y cariño reflejándose en ellos, besa mi puchero y procede a dejar besos por todo mi rostro, ganando risillas de mi parte— Eso es, ¿quién es mi príncipe?

Ruedo los ojos por su tono como si le estuviera hablando a un perro, pero lo dejo pasar sólo porque es Jasper quién lo hace.

—Yo soy tu príncipe.

—¡Muy bien!— sonríe de oreja a oreja y no pierde tiempo para fundir sus labios con los míos e iniciar ese ya conocido baile que sólo nosotros dos sabemos realizar, empezar y terminar; mis manos subiendo y hundiéndose en su cabello, así como las suyas apretando mi cintura son una entrada para que la lujuria se apodere del beso, volviéndolo más brusco, salvaje y necesitado. Voltea conmigo y me deja encima de él, con mis manos ahora en su cuello y las suyas fijas en mis caderas, subiendo y bajando por mi espalda, provocando escalofríos por el choque entre su piel fría y la mía caliente, pero nada de eso detiene el beso, o bueno, el hecho de que nos estamos devorando el uno al otro...

—¡Ya basta, Bella!

Nos separamos de golpe por ese repentino grito, grito que sin duda proviene de la inconfundible voz de Charlie Swan.

—¡No me iré a vivir con mamá!

Puchereo enojado y triste porque nos hayan interrumpido, pero sus manos en mi cabello y dejando caricias ahí me hacen verlo, sólo para recibir besos esquimales en mi nariz, aquello rápidamente sube mi ánimo y río ligero antes de ocultarme de nuevo en su cuello, ahora él riendo pero con ternura reinando en esa risa suya.

—Te amo, Jae.

Salgo de mi escondite con rapidez y le doy una docena de besos, tal vez fueron más, antes de que una sonrisa de oreja a oreja se forme en mi rostro, tanto así que mis ojos se cierran y se vuelven dos simples rendijas en mi cara.

—También te amo, Jas.

—¡Que no me iré, papá!

Suelto un quejido y vuelvo a ocultar mi rostro en la curvatura del cuello de Jas, todo mientras él suelta risillas y acaricia mi cabello.

Ay, pero qué rompe pelotas es esta niña.










































Reímos mientras saltamos el río, Hyuk se agarra con fuerza a mis hombros y Jasper a nuestro ríe a carcajada limpia, en cuanto aterrizamos al otro lado acomodo a Hyuk para que no caiga y Jasper se encarga de revolverle el pelo y hacerlo reír. El ambiente está fresco, ni muy frío, lo que es usual, ni muy caliente, lo que sería bastante extraño si llegara a pasar; nuestros pasos son los únicos que se oyen, además de unas cuantas ardillas trepando árboles, pequeños pájaros volviendo a sus nidos esperando el amanecer de mañana, ciervos y cervatillos galopando en manada, pumas y osos vagando a unos cuantos kilómetros y las luciérnagas saliendo de sus escondites para brillar esta noche. Sus luces encendiéndose y apagándose es un espectáculo que nadie debería perderse, lo hacen con tanta naturalidad que llega a parecer mágico y sin igual, sin comparación posible excepto quizás por la Aurora Boreal, otro espectáculo de luces que desearía ver sin lugar a dudas. Hyuk se baja de mi espalda, jugueteando con las pequeñas luciérnagas, Jas y yo reímos enternecidos en cuanto una se posa en la punta de su nariz y brilla, Hyuk sólo la mira impresionado, parpadeando cuán lechuza curiosa, para después reír y seguir jugando con los pequeños insectos.

Esos Ojos Me Llaman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora