1. Mala suerte

9.9K 597 36
                                    

Alex

Doy una última calada al cigarrillo antes de apagarlo contra la pared. Tiro la colilla al suelo y suelto todo el humo de golpe antes de abrir la puerta de la facultad de medicina de la universidad de Jacksonville. Había decidido acompañar a Cameron a obtener sus nuevos horarios para el inicio del curso y me estaba arrepintiendo. No era capaz de recordar exactamente lo que me había dicho para que hiciese tal cosa, pero debió de haber sido algo muy convincente para conseguir que entrase en aquel edificio con olor a químicos y a desinfectante.

Me acerco junto a él a la mesa de la secretaria, una chica pelirroja y bajita que está demasiado absorta en la pantalla del ordenador como para darse cuenta de nuestra presencia. Mientras que el método de Cameron consiste en cambiar el peso de una pierna a otra y esperar a que nos hagan caso, yo decido llamar su atención con un pequeño toque de nudillos sobre la mesa. Enseguida, sobresaltada y con aparente nerviosismo, recupera la compostura con una espléndida sonrisa que no podría haberme resultado más falsa.

Pasan los minutos demasiado despacio, con ella buscando el papeleo que Cameron acaba de solicitar y yo apoyado contra la mesa tratando de contener un bostezo. En el letrero se lee el nombre de Rose, y decido fijarme más en ella: Grandes ojos marrones, pelo corto recogido en un moño y uñas pintadas de negro. Lleva una argolla en la nariz que intenta disminuir el aspecto infantil de sus rasgos y más o menos unos diez pendientes le cuelgan de cada una de las orejas. No aparenta más de treinta años y no puede parecer más perdida en lo que seguramente será su primer día en aquel puesto de trabajo.

Finalmente, y tras mucho rebuscar entre varios archivos, sonríe para sí misma cantando victoria.

—Aquí tiene los horarios y papeles para solicitar la beca, señor Donovan. —Le extiende unos papeles y me mira por primera vez. —¿Desea también los suyos, señor...?

—Harvey. —Respondo automáticamente. —No creo que tengas acceso a mis horarios, yo no voy a esta facultad.

Rose baja la cabeza y las mejillas se le tiñen de rojo, casi del mismo tono que el rizo que se le escapa del moño. Hace un mohín con los labios y comienza a teclear algo en el ordenador. Al momento gira la pantalla para que pueda verlo, todos mis datos aparecen en la pantalla.

—Puedo acceder a todos los horarios del campus. —Hace click en la pantalla y aparece el horario del primer semestre del último curso de literatura. —Si quieres puedo darte una copia, tan solo necesitaría un número de teléfono.

Levanto una ceja y ella se muerte las uñas. A mi lado, Cameron suelta un bufido y da dos pasos hacia atrás, en la dirección contraria a la que se encuentra la secretaria. Rose parece mucho más pequeña de lo que es, lleva una sudadera de un equipo de fútbol de segunda y unos pantalones cortos negros. No he mirado debajo de la mesa, pero apuesto lo que sea a que calza unas converse oscuras.

—No te preocupes, no me corre prisa. —Sonrío mostrando todos mis dientes y Rose se apresura a coger una pequeña tarjeta sobre la que garabatea nueve dígitos.

—Puedes llamarme si cambias de opinión, señor Harvey.

Cojo su número de teléfono y juego con el papel entre mis dedos. Levanto las cejas en su dirección y Rose vuelve a sonrojarse como si fuese una niña pequeña a la que acaban de pillar con las manos llenas de tarta de chocolate. Automáticamente, le guiño un ojo.

—Lo tendré en cuenta, Rose. —Murmuro en un susurro antes de guardarme el papel en el bolsillo de la cazadora y darme la vuelta para alcanzar a mi amigo.

Alcanzo a Cameron cuando ya ha salido. Me espera apoyado en la pared en la que antes he estampado mi cigarrillo, ojeando los papeles que le acaban de dar y poniendo una mueca al darse cuenta de que le esperan varias horas en el hospital de prácticas.

Golden BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora