Epilogo IV

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Horas atrás.


En tan sólo un parpadeo, se encontraba dentro de aquella habitación, en la cual no había estado durante un largo tiempo. El último recuerdo que tenía de ésta era él luchando contra su padre, el cual quería desesperadamente quemarlo con un cigarro, supuestamente buscando enseñarle una lección.

Ahora, todo estaba oscuro a excepción de la luz entrando por la ventana detrás de la cama, en la cual yacía Choi Eunji, avejentada y con muy pocas fuerzas. Los ojos de Muerte estaban abiertos de par en par, con lágrimas llenándolos mientras examinaba cada cosa de su progenitora: las arrugas, el cabello blanco, sus delicadas y bonitas manos sobre su pecho, presionando levemente.

Su ceño estaba algo fruncido, como si sintiese dolor, y sus ojos estaban cerrados. Dió un paso, pero retrocedió nuevamente. ¿Esa era...? ¿Esa era su mamá? De pronto, no supo si había sido la mejor de las ideas prohibir a las Parcas tomar aquel trabajo. Era su primer trabajo personal, y definitivamente no podía ser peor.

Él tomaba completamente normal la muerte de las personas, porque sabía que estarían bien, sabía que todo era bueno a donde iban, y ni siquiera recordarían el dolor que pasaron anteriormente, pero... enfrentar su pasado nuevamente y ver luego de años a una de las personas que más amaba... eso era algo que definitivamente se esperaba, pero no tan pronto.

Suspiró profunda y temblorosamente, comenzando a dar lentos pasos hacia un lado de la cama. El ceño de Eunji dejó de fruncirse, el dolor en el pecho yéndose ante la paz que traía la presencia de su hijo, el cual lentamente se sentó en un pequeño espacio de la cama, del lado de su madre. La observó, tragando todo sentimiento malo.

Debía de reprimirlo, debía de hacerla sentir bien. Suspiró profundamente, y el ruido de su respiración provocó que los preciosos ojos verdes de la mujer se abrieran lentamente. Las miradas de ambos se encontraron, un jadeo casi inaudible salió de entre los labios de la mujer a la vez que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, brillando.

Una de sus manos se levantó, temblorosa, hasta llegar a la mejilla de Muerte, acunándola. JiMin ladeó levemente su cabeza, cerrando sus ojitos ante el toque y sin poder evitar que una lágrima fluyera por su mejilla. —Oh, mi bebé... —habló débilmente, sin poder evitar sollozar, regalándole una sonrisa.

Los ojos de JiMin se abrieron, sonriéndole dulcemente entre lágrimas, tocando la mano de su madre y depositando un besito en su palma. —... ¿Estoy soñando?

Eso rompió el corazón de Muerte. Sollozó entre una risita, negando lentamente antes de limpiar sus mejillas con su mano libre, sorbiendo su naricita y observando con todo el amor del mundo a la mujer en la cama. —N-No... soy yo. Soy real.

Eunji suspiró, negando pero aún sonriendo mientras le apretaba la mano con suavidad. —Sé que no. Si lo fueses, lucirías mayor.

—Han pasado muchas cosas, mami, pero... realmente soy yo. Realmente estoy aquí. —asintió rápidamente, mordiendo su labio inferior mientras la mujer continuaba inspeccionando los detalles del rostro de su hijo.

El labio inferior de ésta tembló, y JiMin no pudo evitar refugiar su rostro en el dorso de la mano de su progenitora, cerrando sus ojitos y sollozando. —Sé que nunca podrás perdonarme... pero lo siento mucho. —tembló ante la tensión en su cuerpo.

—Oh, mi amor... —tiró débilmente de su hijo, y éste se posicionó tan sólo un poquito sobre su madre, con cuidado de no aplastarla, devolviéndole el abrazo que la mujer le daba.

Se mantuvieron así por unos segundos, llorando silenciosamente. Honestamente, ninguno de ellos podía creer que aquello estuviese pasando. Eunji comenzaba a creerlo, debido a que podría recordar aquella charla que tuvo por última vez con su hijo, en la cual le contaba todo lo que había sucedido, e incluía muchas cosas sobrenaturales.

DWTD ; ©YoonminHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin