Epilogo II

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Para un trabajo como el que JiMin tenía, debía de esperarse cualquier cosa. Fue bastante difícil acostumbrarse a los cuerpos descompuestos, a las perturbadoras situaciones en las que debía encontrarse para tomar almas pero, finalmente, poco a poco fue normalizándolo.

Ya no provocaba tanto impacto, tan sólo le daba tristeza la manera en la que las cosas acababan para tal persona. Y así como habían trabajos los cuales realmente costaban, también habían trabajos que traían cosas nuevas e inesperadas.


Mayo // 1998.


En aquella casa llena de polvo, con el cuerpo de una mujer en el suelo, cubierto de sangre ante las puñaladas en su abdomen, Muerte observaba fijamente al hombre sentado tranquilamente en una mesa, viendo de reojo el cadáver mientras hablaba por teléfono sobre cómo deshacerse de éste.

JiMin ya se había encargado de liberar el alma de ésta, pero había algo en específico que no lo hizo sentir ninguna paz, ninguna tranquilidad que usualmente sentía luego de hacer su trabajo. Cuando la Parca recogió el alma de la mujer, ésta última, ya muerta, llevaba su mirada cargada con pánico hacia su asesino, luego con tristeza hacia un rincón de la habitación y, por último, de súplica hacia el rizado.

Finalmente el alma ascendió, y JiMin se dirigió lentamente hacia el rincón de la habitación. Ya había aprendido hace mucho tiempo el cómo volverse invisible, por lo cual no habría ningún inconveniente con el mundano en la silla. Sus ojos verdes con una pequeña mancha de oscuridad se abrieron de más al ver dentro de la cuna, la cual se notaba que estaba muy mal armada, dos bebés de cinco y tres meses en ella, desnudos.

JiMin aún podía sentir la temperatura corporal y no dejaría de sentirla hasta un par de años. Hacía frío en aquel cuarto, estaba seguro de que aquellas criaturas podrían enfermar gravemente si no se apresuraba. ¿Era por ellos que la mujer lo había visto fijamente? ¿Acaso esperaba que JiMin salve a esos bebés de una pésima y corta vida? ¿Acaso esperaba... que los mate de una manera más rápida?

Bueno, podría hacerlo. La muerte ya no era algo anormal y trágico desde su forma de pensar, así que no sería nada nuevo. Se posicionó mejor frente a la cuna, alzó su mano derecha y la dirigió hacia ambos bebés, entreabriendo sus labios para hablar en una lengua indescifrable. Sin embargo, se detuvo.

Uno de los bebés, el que lucía un poquito más grande, lo veía fijamente. Sus ojos eran oscuros, y el poco cabello que tenía era rubio. Tan sólo lo veía, y ladeaba su cabeza. Inconscientemente JiMin también lo hizo, frunciendo levemente su ceño, con su mano al aire, la cual comenzaba a temblar.

El bebé comenzó a hacer soniditos con su boca, provocando pequeñas burbujas con su saliva, cerrando sus ojitos. ¿Acaso iba a dormirse? Pronto, JiMin comprendió: su presencia le daba paz, a ambos. Se inclinó más sobre la cuna al notar que el otro bebé apenas se movía, y le tocó un poco el cuerpito, asegurándose de que estuviese bien. Notó la fría temperatura, y su pecho ardió.

Ése bebé necesitaba alimento, cobijas, y mucho amor de su madre, la cual había dejado su cuerpo hace tan sólo unos minutos atrás. Ambos la necesitaban. Por su mente comenzaron a surgir muchas ideas las cuales emplear, pero estaba completamente seguro de que no podría matarlos. Y no entendía por qué. Yoon... ven, por favor. No puedo decidir ésto solo.

Se apartó rápidamente de la cuna, dando pasos hacia atrás mientras mantenía su cabeza ocupada, realmente sin saber qué elegir. Ante la lejanía, uno de los bebés comenzó a sollozar. El hombre golpeó la mesa con su puño, apartando el teléfono del lado derecho de su rostro.

DWTD ; ©YoonminWo Geschichten leben. Entdecke jetzt