XXX parte I

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El diablo y JiMin habían permanecido unas largas horas en el infierno, las cuales habían sido días en la tierra. Se la habían pasado hablando de lo sucedido y, más que nada, brindándose mimos; especialmente Yoongi a JiMin. Éste último se encontraba realmente abrumado por todo lo sucedido, aún no se sentía del todo bien. Estaba muy débil, tanto que apenas podía mantenerse de pie.

Le dolía el ojo, con el cual veía levemente nublado alrededor, y le palpitaba la cabeza. Yoongi tenía toda su atención en éste, e intentaba sanarlo, pero no sería posible, y si se sobrepasaba con sus poderes la marca de JiMin podría tomarlo como un ataque y enviarlo lejos. No podía morir, pero tampoco quería eso, sabiendo que su niño favorito se sentiría lo suficientemente culpable para ni querer acercarse.

En el despacho del diablo no había nada más que calma, con el sonido de la leña quemándose en la pequeña chimenea, y las respiraciones de ambos. Sin embargo, JiMin sabía que no podía pasarse la vida allí: necesitaba moverse, y una extraña sensación le hacía querer comenzar con su trabajo como Muerte. Era extraño decirlo, o siquiera pensarlo. Él jamás se habría imaginado en una situación como aquella.

¿Acaso Yoongi sabía? Creía que no, pero éste anteriormente le había dicho que había vigilado su alma desde siempre. ¿Acaso Yoongi podría haberlo sentido? Recordó su expresión de total sorpresa cuando le confirmó ser la última Muerte, y lo descartó por completo. Cuando el niño le pidió a su esposo el salir de aquel lugar, Yoongi no tardó en llevarlo a otro pequeño pueblo, y en el cual había visto a Dios más de una vez.

Se hospedaron en un hotel sin necesidad de pagar gracias a los poderes del rey del inframundo. La habitación era mucho más linda que la del hotel anterior, aunque, claro, JiMin no podía recordarlo. El hotel quedaba en un lugar céntrico, lleno de bares y tiendas. A ninguno le importaba, pero Yoongi creía que podrían usarlo a su favor para practicar los poderes de su niño favorito. JiMin había acomodado su –ahora preciada– guadaña en el rincón de la habitación.

Ésta emanaba una vibra completamente poderosa, un poco peligrosa, se atrevería a decir el dueño de ésta, el cual miraba fijamente frente al espejo del baño. Estaba sucio, con el pijama con el que despertó el cual, sin saber porqué, tenía leves manchas de sangre. No quería preguntar. Suspiró luego de ver fijamente sus ojos, en especial aquella mancha negra en uno de ellos.

Sintió la presencia de Yoongi, la cual ahora era mucho más fácil de interpretar, y vió por el espejo como lo rodeaba con sus fuertes brazos desde atrás, rozando su mejilla con el lado de la cabeza de su niño. Ambos compartieron una larga mirada a través del espejo, y JiMin parpadeó rápidamente un par de veces antes de verse a sí mismo.

—Necesito ropa nueva. —comentó con un nudo en la garganta, aún notando las manchas de sangre. ¿Qué había sucedido?

—Debes saber que necesitas comenzar a vestir ropa oscura, por ser Muerte. Sin embargo, yo opino que ésa es tu decisión. —agregó al final.

Sabía que todo era demasiado abrumador para su pobre niño, y no quería asustarlo más de lo que ya lo notaba. Y, por Dios, que lo notaba desde que JiMin se había vuelto Muerte, podía sentir todo con mucha más intensidad de lo que ya lo hacía. Ahora podía sentir su notable preocupación, y le estaba poniendo algo inquieto. Presionó suavemente sus dedos repletos de anillos contra el vientre del rizado.

—Niño, dime qué es lo que piensas.

—... Es sólo... —negó.

Ni siquiera sabía por dónde comenzar. Yoongi lo giró con cuidado en sus brazos. JiMin aún seguía algo delicado, con suerte y caminaba sin realmente marearse. Buscó su mirada verdosa, pero no la encontró debido a que lo evitaba. —... no sé si quiero ésto. No es por la vestimenta, o mi ojo, pero es sólo... —se mantuvo callado.

DWTD ; ©YoonminWhere stories live. Discover now