XX

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Era una preciosa mañana, con el cielo celeste formado con bonitas nubes y el radiante sol creando el más hermoso paisaje. En un banco de un parque vacío se encontraba aquel adolescente, no más de diecinueve años, con el cabello rubio, ojos celestes, pálido, y muy, muy neutro.

Traía ropa normal, excepto por su camiseta, que tenía un logo de alguna tienda barata del lugar. Observaba todo con total tranquilidad, disfrutaba del cantar de los pajaritos y de la preciosa vista.

—¿Esto es lo que haces? —aquel adolescente alzó la mirada lentamente para encontrarse con el mismísimo diablo a un lado de aquel banco.

— ¿Meterte en tus ilusos recipientes? Digno de ti usarlos. Yoongi.

El arcángel más precioso, el más realista y pecador. El gran error. El diablo. Ni siquiera lo miraba, también observaba el paisaje, pero más acostumbrado a verlo, y estaba bien, ya que el rey del inframundo llevaba bastante tiempo en la tierra, vigilando a cierto niño de cabello rizado.

—Quiero que sepas que Kim Seokjin estuvo totalmente de acuerdo con permitirme hospedarme en su cuerpo, y tendrá lo que merece. —dice el rubio.

Su voz es suave, no hay maldad, ni bondad. Solo es tranquila, pero neutra. Yoongi finalmente lo observa. —Estoy de acuerdo. Todos deberían de tener lo que se merecen.

El ceño del tal Seokjin se frunce levemente y ladea tan solo un poco su cabeza. —¿Puedo preguntar desde cuándo te importa que la gente obtenga lo que se merece, si es que te refieres en algún sentido positivo?

—No se trata acerca de ningún sentido positivo, es sobre el sentido común. Los buenos deberían de obtener lo bueno, y los imbéciles deberían de obtener la mierda. —¿Incluso si te gustaría que los buenos tuviesen lo malo, también?

Yoongi rió seco mientras le sonreía de lado, arrogante. —Tú eres el imbécil mayor. —dice.

Nunca le ha tenido miedo. Siempre lo había enfrentado, porque no podía matarlo. No podía. El diablo vuelve la mirada al frente y suspira, lentamente poniéndose serio al estar sumergiéndose en sus pensamientos. —¿Qué crees que debería de suceder? —dice el adolescente de ojos color mar, volviendo la vista al frente. El silencio reina en el lugar por unos segundos.

—JiMin merece ser feliz, y sé que es difícil de entenderlo, pero lo es conmigo. —dice.

Y se oye tan simple, pero no lo es. Más aún cuando sabe que el idiota que está dentro del cuerpo del tal Kim Seokjin lo sabe todo, y no piensa decírselo. —¿Y tú? —observa al diablo.

— ¿Eres feliz con JiMin?

Yoongi observa fijamente los ojos de aquel adolescente y lentamente comienza a fruncir el ceño antes de decir: —No me vengas con esas estupideces de telenovela. —el tal Seokjin vé al frente y ríe silenciosamente.

—¿Desde cuándo preguntas por mi felicidad?

—No me importa. —rápidamente contesta.

—Solo quería saber si eres tú siendo egoísta, o eres tú realmente preocupado por un humano.

Yoongi ríe secamente, alzando un poco las cejas. —¿Crees que todos los que habitan esta tierra piensan en los demás? La mayoría piensa en sí mismos. —se defiende.

Si, era egoísta, muchas veces. ¿Quién no lo era?

Nuevamente el silencio reina por unos pocos segundos. —Me importa su futuro. Su futuro es conmigo, tú y yo lo sabemos.

—No. No lo sabes.

Yoongi comienza a sentir el enojo crecer en su pecho. ¿Éste era Dios refregando en su cara la falta de conocimiento? ¿Siendo egocéntrico? ¿O solo le estaba diciendo la verdad? El diablo lo mira, sus ojos se han oscurecido un poco y abierto más. Respira hondo, y un gran viento provoca que las nubes comiencen a aparecer de a poco, tapando el sol.
—Quiero que viva por siempre, conmigo. —dice, más bajo, manteniendo su tono tranquilo.

DWTD ; ©YoonminWhere stories live. Discover now