Trece

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Canción del capítulo: Matisse - Duele Amarte Así (Acústico) ft. Pedro Capó

Santi le da vida a la casa

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Santi le da vida a la casa. Llega y como un pequeño solecito te ilumina e inmediatamente te sientes cálido. Llega platicando, de la escuela, de los niños que no dejaban de gritar, de la maestra que les dejó tarea. Es un pequeño remolino, y es lo máximo.

Se come todo, y además está feliz porque hice hot cakes de plátano de postre. En realidad, era un panqué, pero no me animé a prender el horno solita, así que terminé haciendo hot cakes en el sartén.

—¡Papá! ¡Estos son los mejores hot cakes de mi vida! —exclama, metiéndose otra bocanada en la boca.

Me es imposible no reír. Santi es el mejor comensal.

Sigo haciendo hot cakes porque tenía mucha masa, mientras escucho la risa de Rodrigo.

—¡Vaya! Me estás poniendo la vara muy alta, Emma.

—Les puedo dar la receta, sin problema. Es más, la próxima vez, los hacemos juntos para que aprendan a hacerlos.

Santi camina hacia mí con el plato vacío.

—¿Puedo otro?

Levanto la mirada hacia Rodrigo. Yo no sé qué le diga su papá.

—El último, Santi. Ya llevas como cuatro.

Le sirvo a Santi el hot cake diciendo: —Pero están chiquitos—Le guiño el ojo y Santi sonríe.

—¡Ni mi tío hacia cosas tan ricas!—dice Santi, sentándose frente a la mesa.

Rodrigo niega con la cabeza, recargándose sobre el respaldo de la silla.

—No sé qué le dio a mi hermano que hacía recetas rarísimas. Decía que eran "nutritivas".

Siento una pequeña voltereta en el estómago.

—¿Cómo? —pregunto, curiosa.

—Si —dice Santi con la boca llena—, los hacía con unas semillas horribles, sin azúcar y no nos dejaba ponerles miel porque decía que ya estaban dulces. Y no estaban esponjositos.

Me les quedo mirando por un momento, olvidándome de la masa en el sartén.

—Yo tengo una receta así en mi blog. Hot cakes de linaza con plátano. Y sí son dulces.

Rodrigo clava la mirada en mí, y yo tomo mi dije y comienzo a frotarlo entre mis dedos.

‹‹¿Tomás conocía mi blog?››.

Niego con la cabeza. O sea, esa receta es la más básica de los veganos, y la podría haber sacado de cualquier lado.

—¿Qué tipo de cosas les cocinaba?

—Cosas horribles —dice, Santi mucho más tranquilo, dejando el tenedor a un lado—. Pero me las comería de nuevo si las volviera a preparar.

Ver a Santi tan triste me hace sentir como si mi corazón se contrajera hacia mi pecho. Rodrigo le pasa un brazo alrededor, y me volteo, porque como siempre, me siento una intrusa o extraña en su vida.

Cambio de PlanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora