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"Quédate siempre conmigo, bajo la forma que quieras, ¡vuélveme loco! Pero lo único que no puedes hacer es dejarme solo en este abismo donde no soy capaz de encontrarte". 

Emily Brontë, Cumbres Borrascosas.


Abrió los ojos lentamente intentando recordar dónde estaba, quién era y qué hacía ahí. Quiso moverse, pero un peso muerto ejercía presión en su pecho impidiéndole incorporarse en la cama.

Sí, estaba acostado en una cama, una que conocía muy bien.

Los recuerdos de la noche anterior llegaron todos abrúptamente haciéndole sentir vértigo por unos segundos. Bajó la mirada y se encontró con un bulto posado en su abdomen abrazándolo con tenacidad. 

Era él, por supuesto.

No pudo resistirse al impulso de tocarlo, lo extrañaba tanto que su corazón palpitaba agitado implorándole que por favor alargara ese momento el máximo tiempo posible. Estiró su mano para enredar sus dedos en su cabello y la calidez que sintió ante el tacto lo recorrió entero haciendo que sus órganos internos palpitaran vigorosos. Sonrió suavemente mientras una lágrima caía por el borde de sus ojos, no por tristeza sino por alivio.

Continuó acariciándolo suavemente por unos minutos más hasta que el menor comenzó a despertar perezosamente. En cuanto sus miradas se conectaron, ambos comenzaron a sollozar en silencio. Se miraron con los ojos aguados por una eternidad, abrazados en esa cama que tantas veces había sido testigo de su amor. Hoseok no dejó de acariciarlo ni un segundo, cada vez que sus dedos recorrían ese rostro acongojado, Tae cerraba los ojos intentando que su corazón no saliera disparado por su pecho. 

—Te amo, Hoseok — dijo tomando la mano del mayor y dejando un suave beso en el dorso.

—Tae... — suspiró el mayor limpiándose las lágrimas que recorrían su piel —. ¿Cómo llegamos aquí? — preguntó apuntando las mantas.

—Creo que fue en la madrugada — suspiró sin quitar sus labios de la suave mano de Hoseok—. Desperté y te vi a mi lado tiritando de frío, te tomé en brazos para traerte a la cama —confesó esbozando una pequeña sonrisa—. Tuve que desvestirte un poco, espero no te moleste.

Hoseok levantó la sábana que lo cubría y se dio cuenta que estaba sin pantalones. Sintió un leve sonrojo aparecer en sus mejillas ya que ni siquiera se había dado cuenta que no los tenía puestos.

—Tengo que haber estado muy dormido, no me di cuenta de nada — dijo avergonzado—. Lo siento por dormirme, debería haberte despertado pero dormías tan plácidamente que me dio pena hacerlo.

—No te preocupes, creo que me dormí tan pronto Jimin se fue — se sentó en la cama para poder mirarlo más de cerca —. Dios, eres tan hermoso — dijo de pronto haciendo que el corazón de Hoseok diera un brinco —. Te extrañé.

Taehyung se limpió rápidamente las lágrimas que amenazaban con salir. Se acercó al chico para dejar una pequeña caricia en su mejilla.

Hoseok cerró los ojos ante el tacto y tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no quebrarse ante el gesto.

—Tae, tenemos que hablar — pidió recobrando compostura —. ¿Cómo estás?

—He estado mejor —sonrió travieso—. Estoy bien ahora que estás aquí.

—¿Has podido dormir algo? ¿Has comido bien? — preguntó sintiendo un dolor punzante en el pecho.

—Creo que anoche fue la primera vez que dormí desde lo que pasó —dijo bajando la mirada apenado —. Y ¿comer? Sí, Jimin me preparó estofado de tofu ayer — esbozó una sonrisa de niño bueno. —¿Y tú? 

Solo un juego más - VHOPE {terminado}Where stories live. Discover now