9

1.9K 292 34
                                    

Ya había terminado la última clase del día y se sentía mentalmente moribundo, por lo general sólo se juntaba con Yoongi cuando tenían algún break en común, pero los martes Yoongi tenía práctica con la banda así que se quedó solo en la banca de siempre. Aprovechando que no andaba mucha gente a esa hora, sacó su gameboy para seguir jugando Pokemon rojo fuego porque era un chico de clásicos.

Lo que más amaba de este tipo de juegos era la evidente evocación de infancia y simpleza que traían, le recordaba a un tiempo en que todo era más fácil, una época en que sólo se preocupaba de pelear con su hermana por la galleta más grande recién salida del horno. Los juegos venían a llenar vacíos que por una razón u otra se fueron formando en su vida, en la escuela primaria fue porque sus compañeros se burlaban de su forma peculiar de ser: nunca quiso aplastar una mariposa, ni arrancar las flores, ni molestar a sus compañeras mujeres. En la preparatoria nunca se sintió a gusto con los varones, los demás estudiantes lo despreciaban por sus buenas notas a pesar de estudiar poco, al mismo tiempo le hacían bullying por su forma de vestirse, caminar; y le costó muy caro cuando sus compañeros difundieron un video de él bailando en una fiesta. Poco a poco se fue encerrando más en casa y en sí mismo, Yoongi era el único que siempre estaba cerca, pero estudiaron en distintos colegios y usualmente se veían solo en las vacaciones, por lo que tuvo que soportar todo eso en absoluta soledad. Así fue como llegaron los juegos de cartas, los mazos, las consolas, juegos de roles, torneos y competencias. Empezó a hacer amistades con personas virtuales, pero ahí también se encontró con caras de la humanidad que prefería no mirar.

Todo esto rondando en su cabeza cuando escuchó un carraspeo detrás suyo, al girarse rápidamente su gameboy salió volando y se estrelló contra el suelo.

—Mierda, lo siento no quise asustarte.

El chico rodeó la banca y se agachó rápidamente para recoger el aparato antes que Hoseok.

—Descuida, están hechos para ser golpeados — le sonrió pequeñito— ¿no deberías estar en el ensayo?

—Ya terminamos — dijo Jungkook acomodándose frente a él mientras bebía agua de su botella.

— Ah — suspiró extrañado.

—Le pregunté si me adelantaba y me dio el visto bueno — explicó soltando una pequeña risa — así que ¡ta da! aquí estoy.

Hoseok se quedó mirándolo por unos segundos, intentando adivinar cómo es que Jungkook supo captar su preocupación ¿así era la gente popular? ¿todos tenían una especie de poderes ocultos?

—¿Cómo supiste que estaba pensando en eso? — suspiró curioso.

— Me pareció obvio, ustedes tres parecen cercanos.

—¿Tres? ¿Cuáles tre— pero una voz lo hizo dar un salto y quedarse con la pregunta en la garganta.

—Hoseok — había enunciado esa voz suave y profunda.

Jungkook miró al recién llegado con la mirada llena de duda.

—¿Jinnie? ¡Jinnie estás aquí!

Hoseok se puso de pie de un salto y se colgó del cuello de su amigo, éste lo rodeó con ternura por la cintura y lo sostuvo firme para que no se cayera.

—Pasaba por aquí y me dieron unas ganas irremediables de verte — le dijo poniéndolo de vuelta en el piso y acomodándole el cabello que caía desprolijo sobre su frente — veo que todavía te sientas en el lugar  de siempre.

—Jamás pensé volver a verte en el campus — Hoseok lo tomó de la mano y lo acercó a la mesa para que acomodara la pila de libros que traía encima — Jin, él es Jungkook.

Solo un juego más - VHOPE {terminado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora