37.

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—¿Sabes que Sebastian puede moverse en el agua? —habló Pablo.

—¿Cómo un pez? —preguntó Cristian.

El castaño lo miro con el ceño fruncido, el trigueño se rió.

—Bien, bien, continúa.

—El fin de semana lo acompañe a una sesión de agua-terapia. Tienen una piscina, pero profunda, esta hecha para personas como Sebastian.

»El agua te llega hasta el cuello, pero podes moverte perfectamente y ayuda a la columna, que es el problema que tiene Sebas.

Cristian asintió, viendo la sonrisa de Pablo y supo que lo había disfrutado mucho más que solo acompañarlo en su terapia.

—¿Qué hicieron? —preguntó, a lo que Pablo alzó la vista, tardando unos segundos en caer.

—¡No! No, no, no —negó con sus mejillas rojas—. Nosotros no... Hicimos eso.

El trigueño asintió con una leve sonrisa.

—¿Y vos y Heungmin qué?

—Habla dormido —dijo el cordobés con una sonrisa para confusión de Pablo—. Creo que nunca te explicamos su mudez... En resumen, Heungmin no puede hablar o hacer ningún sonido de forma consiente, pero sí lo hace cuando esta dormido, sin querer.

Pablo pensó un momento, para luego asentir.

—Es raro, pero Sonny siempre fue especial.

El cordobés asintió ante lo dicho por el castaño.

—Y... ¿Eso?

Se miraron en silencio por unos segundos, luego Cristian negó.

—Tampoco —dijo bajito—. Igual, pensar en eso se siente raro. Conozco a Heungmin desde hace años, y una parte de mí lo sigue viendo como el adorable niño que tengo que proteger... Y, por más que sea su novio y todo, lo quiero de una forma más amorosa que sexual —el castaño asintió.

—Con Sebastian me pasa algo parecido —concordó Aimar—. Somos amigos desde niños, y por el tema de su columna y todo eso... Es complicado —ahora Cristian asintió.

—En ese sentido, Sebas es especial.

Pablo sonrió ampliamente.

—Claro que lo es.

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