09.

586 118 24
                                    

Heungmin volvió a mirarse en el espejo que había en el baño de la escuela, haciéndose señas a si mismo dándose ánimos.

"Ánimo, solo hazlo, escríbelo."

Aguantando la respiración para que su valentía no se escape, saco el cuaderno de su mochila para luego escribir rápidamente lo que quería decir.

No sabía porqué le ponía tan nervioso invitar al argentino a su cumpleaños.

Quizás era solo porque se trataba de hablar con Cristian. Siempre lograba ponerse un poco nervioso estando con el argentino, aunque ya se había acostumbrado a ese nerviosismo.

La puerta del baño se abrió de repente, entrando tres chicos entre risas. Chicos los cuales el coreano conocía muy bien.

Fruncio sus labios, tomando su mochila y guardando su cuaderno mientras iba hacia la salida del baño.

—¡Eu, miren! Esta el cerdito mudo.

Sintio un empujón en su hombro que lo hizo soltar su cuaderno, abriéndose en el suelo, dejando ver páginas y páginas donde estaban escritas sus conversaciones.

—Oh —soltó uno de los muchachos con interés, este se agachó para tomarlo entre sus manos.

Pero el pálido se adelantó primero tomando el cuaderno, aunque un empujón lo hizo caer sobre su trasero hacia atrás.

—¿Qué? ¿Lo querés, eh?

El coreano quería gritar, pero no podía.

La impotencia hizo que sus ojos rasgados se llenarán de lágrimas.

—Oh, va llorar. El gordo va a llorar —se burló otro, mientras agarraba el cuaderno empezando a hojearlo viendo todas las palabras, todo lo que había conversado con el argentino.

—¿Es tu cumpleaños? —preguntó el chico, cerrando el cuaderno y dejándolo sobre el pecho de su amigo para que lo tomara.

El matón tomó sus brazos, subiendolo sin cuidado alguno.

—¡Felicidades! ¿Cuántos tenés ya? ¿Quince? —golpeó su brazo con una exagerada fuerza—. Déjame darte un regalito.

Heungmin negó, quería irse, quería correr pero el chico lo estaba agarrando demasiado fuerte.

Un grito mudo escapo de sus labios cuando sintió el pie del chico aplastando el suyo, viendo como este sonreía un poco de maldad.

—No sé quién sea esa hija de puta que te defendió, pero vos me vas a pagar por lo que me hizo —amenazó en tono bajo, haciendo que las rodillas de Heungmin empezarán a temblar.

Deseó dejar de sentir con el primer golpe que este le propinó.

Mute › Cutison. Where stories live. Discover now