《¿Por qué susurramos?》

672 44 4
                                    

Hacía ya un rato que habíamos llegado al pazo, y estábamos metidos en la piscina charlando. Nos reíamos de Maza. En la anterior piscina al dueño de la casa no le hizo mucha gracia que seis niñatos estuviesen a remojo en su propiedad, así que nos soltó al perro y casi se come al rubio.

—De todas maneras no me habría atacado —aseguró —El maestro nos ha enseñado a controlar las energías.

—¿Y cómo se hace? —Estaba totalmente convencida de que era una trola.

—Hay que concentrarse al 100% y mirar a la víctima a los ojos, así la puedes controlar.

—Maza, si antes no me creía lo del kárate ahora menos —rió Garriga.

—Ya veréis que en algún momento me va ha ser útil.

—Lo que tú digas kárate kid —negué con una sonrisa.

—Oye.

—¿Qué pasa?

—Que tengo que llamar a mi padre —informó el rizado —¿Dónde hay un teléfono por aquí cerca?

—Hay uno dentro —contestó Suso.

—¿Y cómo entro?

—La ventana esa está medio abierta —señaló Álvaro —trepa un poco por la pared y te cuelas fácil.

—Que no, que no. ¿Cómo voy a trepar yo por ahí?

—Si no es para tanto hombre, además tienes la columna para apoyarte —dije tratando de tranquilizar a mi amigo.

—Bueno...

—En un futuro habrá teléfonos inalámbricos —soltó el de gafas.

—¿Qué dices?

—¡Ya claro!

—Este es más tonto... —negó Suso.

—Lo leí en una revista científica —aseguró Garriga.

—Me parece a mi que tú mucho lees —reí salpicandolo.

Rodri salió del agua para ir en busca del teléfono. Pensábamos que no iba a poder subir por qué es un poco patoso, pero al final lo logró.

—¡Trae algo para beber! —gritó Suso.

—¡Y para picar! —pedí.

—¿Es enserio?

—¡Tráete un whisky! —habló ahora Garri.

—Os digo yo que no trae nada —murmuró Maza.

—Seguro que algo trae.

Al cabo de unos minutos Rodri salió por la puerta principal con las manos llenas de cosas, había cogido un balón de fútbol, una botella de licor y una caja de puros. Salimos del agua, nos vestimos y nos fuimos a un campo que estaba cerca de la casa.

Rodri fue el primero en probar el licor, puso una cara muy graciosa, pero no me reí por que podía ser yo perfectamente.

~☆~

Estuvimos un rato sin hacer gran cosa. Garriga nos habló de su colegio religioso, Maza nos enseñó kárate (bueno, en realidad sólo dábamos patadas al aire, pero llamémoslo kárate), jugamos al tira y afloja (perdimos y casi muero aplastada por Suso y Garriga), jugamos al fútbol...

Nos sentamos también a la sombra de un árbol, a charlar de cosas sin importancia.

—¿Qué opinan tus amigos de llamarte Maza? —preguntó el de gafas.

—Allí no me llaman Maza —dijo pasándose una mano por el pelo —allí soy Dani.

—¿Dani?

En mi opinión no le pegaba nada el nombre Dani, era muy pijo para él.

—Los únicos que me llamáis Maza sois vosotros —siguió hablando el rubio —Que no se por qué me tenéis que estar llamando a mi Maza y a él Álvaro.

—Por qué si los dos fueseis Maza sería un lío —informó Rodri con obviedad —¿no?

—Puede ser... —pensó el otro gemelo.

Tras unos segundos de silencio Garriga habló nuevamente.

—Oye, podemos ir a la fiesta de mi amiga.

—Otra vez —murmuró Suso rodando los ojos —que pesado...

—Venga hombre, que el pueblo está a sólo una hora. Además seguro que ligamos todos.

—Ya te lo dije, con esa tía solo te quedan pensamientos impuros —rió Suso.

—Pues a ti con "ya sabes quien" también, por qué parece que no te hace ni caso —Garriga se burló apoyando su mano en el hombro del mayor.

—Pues estamos igual chico —negó el mayor.

~☆~

Ahora estábamos tumbados en el campo medio adormilados. Se estaba tan bien. Corría una brisa fresquita y los grillos cantaban. Estaba a punto de dormirme cuando siento que me tiran del pie. Levanto un poco la cabeza y veo la cabellera rubia que tan bien conozco.

—¿Maza, qué quieres?

Rodri que estaba con la cabeza apoyada en mi barriga también se incorpora.

—Despertad a Garriga —Es lo único que nos dice en un susurro antes de incorporarse.

Me levanto y voy hacia los tres chicos que están de pie mientras Rodri despierta a Garriga.

—¿Qué pasa? —pregunto intrigada —¿Y por qué susurramos?

—¡Chist!

—Que borde.

—¡Chist! —Ahora es Suso el que manda guardar silencio.

—Vale ya me callo.

Parecía que habían escuchado algo. No pregunté otra vez por que me iban a mandar callar. Tampoco entendí muy bien que mirábamos o que teníamos que escuchar y creo que Rodri y Garriga estaban igual que yo.

—¿Pero qué pasa? Yo no...

—¡Chist! No hagáis ruido —Suso interrumpió al rizado quien se quedó con cara de circunstancias.

—Callad ya.

—¿Vosotros veis algo?

—Yo que voy a ver... —respondió Garri en un susurro.

—Yo aún estoy medio dormida...

De repente alguien disparó al árbol que teníamos al lado. Eran los kinkis, nos había encontrado y venían montados en las motos hacia nosotros. Y para colmo ahora tenían una escopeta de balines. ¡Genial!

Cogimos las mochilas del suelo y pillamos las bicis a la velocidad de la luz. Casi me caigo al levantar la bici para pasarla por encima del muro pero milagrosamente no pasó nada.

Pedaleamos a toda pastilla, nos pisaban los talones y aún encima nos disparaban. Un tractor pasó por el camino y cogimos ventaja, pero aún nos seguían. Nos metimos por una cuadra pensando que no nos seguirían. ¡ERROR! Les dieron igual las vacas y pasaron con las motos por allí causando un revuelo entre los animales.

Conseguimos llegar al río. Dejamos las bicis tiradas y cogimos el bote de remos que siempre hay en la orilla.
Al motor le costó lo suyo arrancar pero por suerte se puso en marcha cuando los kinkis llegaron.







































































Live is life [reescribiendo]Where stories live. Discover now