《Todos juntos siempre》

542 41 2
                                    

La gran idea de Suso fue robar un tractor (aunque el prefería llamarlo tomar prestado, ya que iba a  devolverlo). El vehículo no era muy veloz, pero cualquier cosa era mejor que caminar 3 horas. Llegamos bastante rápido al hospital y aparcamos delante de la puerta.

Nos costó un poco de trabajo encontrar la sala de maternidad, pero después de pedir unas cuantas indicaciones en recepción, llegamos.

—Adiós Esperanza —me despedí de la pequeña niña dejando un beso en su cabeza.

—Cuídate ¿vale?

Rodri y Álvaro entraron en la sala y la dejaron en una cuna junto a otro bebé. Se encargaron de poner un papelito con su nombre y también una figura de astronauta que Rodri llevava en la mochila. Nosotros esperamos fuera mirando por la ventana.

—Chao, Esperanza —sonrió Garri.

Dimos una última mirada a nuestra pequeña amiguita y nos marchamos de la sala de maternidad antes de alguien nos pillase.

~☆~

—¿Es aquí? —pregunté parandome frente a la puerta de una de las habitaciones.

—Sí, aquí es.

Ahora teníamos que ir a ver al padre de Suso para darle la pócima. Él fue el primero en entrar, luengo pasamos nosotros y Garriga se quedó vigilando la puerta.

—Ressi, dame la botella —pidió.

Saqué la botella de mi mochila y se la entregé.

—Toma.

—Papá, te vamos a dar algo de beber ¿vale?

Maza ayudó al chico a darle de beber a su padre. Cuando terminaron, nos apartamos de la camilla para que Suso pudiese hablar con él.

—Ayer acabé la piscina. Lo hice como me dijiste, quedó muy bien —sonrió con melancolía —Mamá es dura conmigo, se que lo hace por ti.

Nosotros escuchábamos en silencio. Suso era el más mayor de los 6, y siempre nos cuidaba. Me ponía triste que tuviese que pasar por esta situación.

—Te quiero muchísimo papá —su voz se quebró —Y no quiero que nos dejes nunca, porque no puedo con esto yo solo.

El chico estaba llorando, yo también, creo que todos lo estábamos. No podía aguantar más, me dirigí hacia él y lo abracé con todas mis fuerzas.

—No estás solo... nos tienes a nosotros ¿me oyes?

Los chicos se unieron al abrazo. Estuvimos así un rato, llorando abrazados. Estábamos pasando por muchas cosas y no sabíamos cómo acabarían.

~☆~

—Bueno chavales, yo ya me quedó aquí.

Habíamos llegado al pueblo y nos encontrábamos delante de casa de Rodri.

—Superar lo de este año va a ser difícil —habló el rizado.

—Pues sí...

—Está chunga la cosa —concordó Álvaro.

—Y esto, Álvaro, que... está prohibido morirse ¿vale?

—Tu tranquilo Garri, que ni de coña tío. Si estoy más fuerte que un toro.

—Puede que sea difícil superar lo de este año, pero si estamos todos juntos seguro que lo conseguiremos —Al segundo de terminar la frase me miraron con burla. Había sonado demasiado cursi.

—Mira que mona la Ressi —rió Maza abrazándome por los hombros —no sabía que tenía corazón.

Le di un codazo en las costillas y reí —No tiene gracia karateka.

—Cuándo le contemos todo esto a tu padre alucinará, tío —aseguró el otro gemelo.

—Y tanto.

—¿El saludo?

—Venga va.

Juntamos nuestras manos en el medio poniendo unas encima de otras.

—¿Todos juntos siempre? —preguntó Álvaro con una sonrisa.

—¡Todos juntos siempre!

Levantamos las manos en el aire y nos dimos un último abrazo.

—Tendremos que marchar ¿no?

—Sí... —Maza le dio la razón a su hermano mirando el reloj.

—Esperad un momento.

El de gafas sacó de la mochila su taco de cromos de fútbol y le dio una carta a Maza.

—¿Es enserio Garri? —cuestionó el rubio sorprendido.

—No te acostumbres ¿eh Maza-san?

—Gracias tío.

Ahora el que sacó los cromos fue el rubio.

—Toma, el buitre —La cara de Garriga se iluminó al ver la carta.

—Muchas gracias.

—Con cromos a estas alturas... —negué.

—Bueno, venga... —apuró Suso —que tengo que devolver el tractor.

Nos despedimos (de los gemelos sobre todo) dándonos más abrazos.

—Cuídate ¿vale? —murmuré entre los brazos de Álvaro —Que como te pasé algo voy hasta Madrid y te pego ¿te enteras?

—Tranquila mujer, si no te vas a librar tan fácilmente de mí.

—Más te vale —amenacé divertida separandome de él.

Me di la vuelta y me abracé a Maza.

—Cuídate tu también. Y ni se te ocurra echarte novio, a ver si nos vas a dejar de lado.

—No prometo nada Maza-san —reí —pero tampoco os vais a librar de mi así como así.

Nos dimos un último abrazo grupal y finalmente cada uno se marchó por su lado.

~☆~

Entre en casa haciendo el menor ruido posible. Aún era temprano, supongo que la gente seguiría durmiendo.

Fui hasta la cocina y me preparé unas tostadas y un colacao. Aproveché que mi madre seguía durmiendo y me lo subí a la habitación, por qué si estuviese despierta no me dejaría. Me senté en la cama y comencé a comer.

Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo. Los kinkis nos habían atacado 3 veces en un solo día, nos quedamos sin bicis, rescatamos a una niña, fuimos de fiesta, me peleé con Lidia, había dado mi primer beso...

Ese era uno de los temas que me preocupaba. ¿Qué haría ahora? Ni siquiera sabía si me gustaba Suso, o si yo le gustaba a él. Supongo que tendría que descubrirlo. El otro tema que me preocupaba era que me había quedado sin bici y si mis padres se enteraban no vería la luz en mucho tiempo.

Terminé de desayunar y decidí acostarme un rato, estaba muy cansada.

















































Live is life [reescribiendo]Where stories live. Discover now