《Kinkis》

814 44 1
                                    

Llegamos a los templarios después de 20 minutos pedaleando. Los chicos querían ir a buscar no se que cosas enterradas.
Una vez dentro teníamos que pasar por unas tablas viejas para llegar al otro lado.

—¡Qué no me tires de la camiseta te estoy diciendo!

—¡No te estoy tirando!

—Como me caiga por tu culpa te comes la mochila ¿me oyes? —amenacé a Garriga con una mirada asesina.

Estábamos cruzando por las tablas y tenía al de gafas justo detrás de mi agarrado de mi camiseta como los niños de preescolar en las filas. Yo me había agarrado al brazo de Suso por qué si no Garriga me iba a hacer caer.

Al final llegamos al otro lado sanos y salvos.

Movimos una estatua de una mujer tumbada y debajo aparecieron un montón de cosas: una botella de Coca-Cola grande, unos cromos de fútbol, cómics, un boomerang y una lata de galletas que probablemente no tenía galletas.

—Venga, coged las cosas y vamos hacia la cantera —ordenó Suso.

—No, a la cantera no, que ahí es donde están todos los kinkis —se quejó Rodri.

—Mejor vamos por otro lado, que yo paso de que me roben o me pegen una paliza.

—Va Garri, que ni yo les tengo miedo —dijo Álvaro.

—Los kinkis de mi barrio ya me han atacado 10 veces. Siempre se llevan de todo, menos este puto reloj de mierda —contó Garriga.

—¡Chist! Estamos en un lugar sagrado, no digas tacos —regañé.

—Perdón. Yo se lo he ofrecido varias veces pero nada, no hay manera. Yo creo que se enteraron de lo que dijo mi padre.

—¿Qué dijo tu padre? —pregunté con curiosidad.

—Que si me robaban el reloj, me compraba uno con calculadora —murmuró apenado.

—¿Qué dices? —se sorprendió el rubio con una sonrisa burlona.

—¿Los kinkis se enteraron de lo que te dijo tu padre?

—Entonces es que tu padre es uno de los kinkis —se burló Álvaro.

—Escúchame, que en tu barrio hasta los kinkis son selectivos —habló Maza —A mi una vez se me acercaron, pero como sé kárate les metí una patada y ya no me tocaron más las narices.

—¿Una patada? —preguntó Suso no muy convencido.

—Claro

—Ya empieza con el kárate...

—¡Eh! ¿Qué pasa? Este año cinturón marrón chaval —presumió Maza.

—Y yo negro, no te jode Maza-San.

—¿¡Pero que te he dicho de los tacos!? —regañé nuevamente pero esta vez dándole una colleja.

—Perdón —habló sobandose el lugar del golpe —Es que no me creo lo que dice, yo nunca te he visto hacer nada. A ver, crúzame la cara o algo.

—¿Seguro? —preguntó Maza quién ya se estaba preparando para demostrar sus conocimientos.

—Mejor vámonos ya, por qué como empecéis a demostrar vuestras habilidades defensivas no acabamos —intervine antes de que pudiesen cruzarse la cara.

Cogimos las cosas y salimos de los Templarios. Próximo destino: La cantera.

~☆~

—Vale... ¿Cómo cruzamos?

Estábamos escondidos detrás de las ruedas de un camión gigante. Intentábamos pensar una manera de atravesar la zona sin que los kinkis nos viesen, pero nos estaba costando un poco.

—Esto parece kinkilandia —dijo Suso dándose la vuelta y mirándonos.

—Esto es kinkilandia —corregí.

—La cantera es suya, nos va ha ser imposible cruzar.

—Tú karateka ¿con cuántos puedes? —pregunté al gemelo.

—Lo siento Ressi, pero no. Ya te lo he dicho muchas veces, yo no me pego sin razón.

Rodé los ojos y me crucé de brazos. ¿Cómo íbamos a pasar entonces?

—A ver, chavales escucharme —dijo Rodri llamando nuestra atención —Yo daría un rodeo, vamos por el deposito de agua y rodeamos la aldea del Castaño.

—Y llegamos el mes que viene —replicó el mayor de los seis —Que no Rodri.

—¡Qué no Suso! —replicó el rizado —A mi ya me zurraron ayer y no quiero repetir.

—A ver, sin las motos los greñas esos no hacen nada —razoné haciendo que los chicos me mirasen —Tenemos que quitarles las bujías y cortarles el cable de la gasolina. Y problema resuelto ¿no?

—Yo creo que Rodi tiene razón, tenemos que coger otro camino.

—Garriga no me toques los huevos. Si nos vamos a cagar a la primera de cambio es mejor dar la vuelta —habló Suso ya cansado.

—Lo hago yo Suso —se ofreció Álvaro —Soy el más rápido, voy hasta las motos y les corto el tubo. Ya está.

—Si vas tú, voy yo, que solo no puedes ir —informó Maza.

—He dicho yo de hacerlo.

—Vale, has dicho tú de hacerlo, pero yo te estoy diciendo que solo no vas.

—¡Pero si estoy perfectamente! —replicó Álvaro.

Los gemelos se pusieron a discutir sobre quien iba a cortar los cables, gritaban más de la cuenta y me estaban estresando bastante.

—¡Bueno, ya está bien! —chillé poniendo fin a la discusión —Lo hacéis los dos y ya está. Que coñazo de gemelos sois.

—Si es lo que le estaba diciendo.

—Garriga, dame todos los petardos —demandó Suso.

—¿¡Todos, por qué!?

—¡Qué me des todos Garriga!

—¡Venga Garriga! —apuró ahora el rubio.

—¡Chist! No griteis que nos van ha oír. —pidió Rodri con nerviosismo.

—Es para desviar su atención —Suso informó —Cuando exploten salimos cagando leches.

—Venga, vamos... —suspiré.

Pusimos el plan en marcha. Los gemelos se marcharon y nosotros cogimos todos los petardos. Había un montón. Los colocamos todos juntos, nos alejamos un poco y cogimos las bicicletas para salir corriendo en cuanto explotase.
A lo lejos vimos a los gemelos cortar los cables y a los kinkis venir hacia nosotros.

Nos subimos a las bicis y salimos a toda leche.

























Live is life [reescribiendo]Where stories live. Discover now