《Fiesta》

627 46 3
                                    

Después de que Esperanza terminase de comer, nos pusimos otra vez en marcha.
Empezaba a atardecer y ya no hacia tanto calor.

Rodri, Maza y Álvaro iban hablando. Nosotros estábamos un poco por delante. Suso llevaba a Esperanza en brazos, le había insistido en que si quería la cogía yo un rato, pero se negó con una sonrisa diciendo que no hacía falta.

—Estoy deseando llegar a casa, me duelen la piernas de tanto andar.

—No es para tanto mujer —rió Suso.

—Yo estoy con Ressi —respaldó apoyandose en mí para quitarse un zapato —Además no se me paran de meter piedras en los tenis.

—Sois unos exagerados —negó el mayor.

Los gemelos y Rodri llegaron a donde estábamos, venían muy callados.

—¿Estáis bien? —pregunté notando el ambiente un poco tenso.

—Sí, sí.

—Pues yo creo que los gemelos están un poquito tensos. Yo decía de ir a la fiesta...

—¿Otra vez?

—Tío, venga —suplicó Garriga —Que llevamos caminando todo el día. Estamos reventados.

—Eso es verdad... —murmuré.

—Yo creo que nos vendría bien calmar el ambiente y divertirse ¿no?

—Tenemos que llegar a la flor antes del amanecer —recordó Suso —Y no podemos ir a una fiesta con un bebé Garriga.

—Hay tiempo de todo —aseguró —Será un ratito ¿vale?.

—A mi no me parece mala idea —dije mirando a Suso —Además al bebé no le podemos seguir dando eso de comer, necesitamos leche.

—¡Exactamente! ¡Venga Suso!

—Estás pesado con la fiesta de la tía esa —señaló —Pero ¿tu no ves que no te va ha hacer ni caso?

—Ya lo sé, pero hay que arriesgar —habló el de gafas como si fuese todo un experto —deberías arriesgar tú también ¿sabes?

—¿Vamos a pasarnos por ahí o qué?

—Venga vamos a la fiesta Suso, no nos cuesta nada —pedí ahora yo.

—Unos bailecitos ahí —bromeó Maza.

—Un poco de diversión.

Suso pareció pensárselo unos segundos. Para finalmente preguntar:

—¿Dónde queda el pueblo?

—A 10 minutos, está súper cerca.

—Venga va —apoyó Álvaro.

—Está aquí al lado.

—Bueno vale —accedió Suso despues de muchas plegarias —Pero cojo la leche y nos vamos.

Garriga se emocionó muchísimo, se notaba que tenía muchas ganas de ir. El resto también lo celebramos a pesar de que no teníamos ni idea de a dónde íbamos.

—Os echáis unos bailes, pero cuando yo diga nos vamos —informó mirandonos a todos, en especial al de gafas —¿Vale Garriga?

—¡Sí, sí, sí! ¡Gracias Suso, eres mi dios!

Y así, con Garriga ya feliz, pusimos rumbo al pueblo de la fiesta.

La verdad es que nos íbamos a presentar en una casa que ni conocíamos, a una fiesta a la que no estábamos invitados, todos sudados, sucios, con unas pintas lamentables y con un bebé. No me sorprendería que nos echasen a patadas.

Live is life [reescribiendo]Where stories live. Discover now