- Tal vez todo sería distinto si me hubiera pedido que la besara anoche. - Luisita no paraba de mirarle los labios a los que deseaba probar de nuevo.

- ¡Luisita es un tal Pertegaz en el teléfono, dice que es el diseñador de tu traje de novia, ¿Qué le digo?              - Gritaba Nieves desde su oficina.

- Que ya voy. - Contestó Luisita en voz baja avergonzada y esquivando la mirada.

- Ahora mismo se la paso al teléfono.

Luisita dejaba a la morena con la palabra en la boca porque si seguían hablando llegarían a algo más de una conversación por las ganas que se tenían.

- Sí Pertegaz yo te entiendo pero pasaron cosas y yo no pude ir a verte, te prometo que la semana que viene te hago un hueco en la agenda.

Mientras Amelia entraba lentamente en la oficina que estaba Nieves y escuchando toda la conversación ya que la puerta estaba completamente abierta.

- Mira, yo ahora tengo que colgar porque estoy súper ocupada.

- Morenita, ¿Cómo es eso de que te vas? ¿Vas a dejarme sola y abandonada con esta pila de papeles? - La secretaria intentaba suavizar la escena en la que se encontraba.

- ¿Qué te dijo Luisita para que no te fueras?

- Ya no tiene caso Nieves, voy a llevar los cheques, vuelvo más tarde ¿Si?
- Le dijo acariciando su cara.

Los ánimos estaban por los suelos en el bufete porque hace unos días eran el equipo perfecto, todo andaba en orden y estaban contentos con la morena pero ese día todo cambió para ellas porque se habían dado cuenta de que ya eran más que jefa y empleada.

Al rato después de haber entregado todo lo que tenía pendiente, Amelia entró en la oficina para despedirse.

- No sabía que todavía estuvieras aquí Nieves.

- Yo tampoco y ya voy tarde para la universidad.

- Pues ya me despido de ti por si luego no te veo. - Se abrazaron con cariño mientras que las dos se emocionaban.

- Oye ¿sabes si los abogados están para despedirme?

- Bueno, Mateo no regresó en todo el día pero Luisita está en su oficina.

- ¿Está? - Dijo emocionada. - Con permiso, voy a verla.

Poco a poco entraba Amelia con los ojos llorosos y se puso enfrente de la abogada.

- Vine a despedirme Luisita. - Luisita le esquivaba la mirada a punto de caerle una lágrima.

- Antes que nada quiero decirle gracias, porque nadie antes había hecho nada por mí como usted lo hizo y dudo que alguien lo haga. Eso nunca se me va a olvidar.

Ya no pudieron esconder sus lágrimas y se rompieron la una delante de la otra.

- Usted es una mujer hermosa en todo el sentido de la palabra y merece lo mejor del mundo, merece ser feliz. Es lo único que deseo en este momento aunque en esa felicidad no pueda estar yo.

- Amelia. - La abogada quería responder pero se le atragantaban las palabras.

- Escúcheme por favor. Prométame que va a ser feliz, prométamelo.            - Decía agarrando sus manos y Luisita agachaba su cara sin contestarle.

- Una parte de mí se queda con usted, donde quisiera que estuviera el resto de mí. - Besaba sus manos llorando y mirándola a sus ojos porque ya tenía el corazón echo añicos por hacerla sufrir.

Amelia no pudo soportar más la situación y diciéndole adiós, se levantó para salir de la oficina sin dejar que la abogada contestara.

Ya fuera de la sala de Luisita, Amelia entregaba los últimos documentos a Nieves que había recogido en la Corte.

Lo que en ti veoWhere stories live. Discover now