• XVI •

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Era oficial, el príncipe Kyle Broflovski y la princesa Nichole Daniels se comprometieron para la tarde del día siguiente. Fue noticia de conocimiento popular. No había quien en este reino que no supiera de esto. Las tres hadas guardianes felicitaron a su muchacho, estaban más que orgullosos y creían firmemente que la princesa sería quien rompiera el hechizo. La reina Sheila casi sollozaba de la emoción y realizaron una esplendorosa cena para celebrarlo como se debía.

Tanto Kyle como Nichole, Stan y Tolkien (porque sí, estos dos últimos también sabían la realidad de este compromiso) estuvieron muy incómodos con todo este circo, pero por el momento era lo más conveniente, se esforzarían para hacerlo funcionar.

El día siguiente regresaron al pueblo como acostumbraban y en la noche, ya que todos estaban dormidos Kyle volvió a escaparse y se dirigió a la casa del castaño a caballo. Hoy tendrían una conversación bastante larga con él.

Llegó, resguardó el caballo y después llamó a la puerta. Esperó un par de minutos y al no haber señal de respuesta volvió a llamar con más fuerza y se repitió una tercera vez en la que golpeó con más fuerte, y una cuarta en la cual comenzó a patear la bendita la puerta. Le importaba una mierda que estuviesen dormidos; o le abrían o él mismo partiría en dos esa jodida puerta y entraría. De ahí no iba a irse hasta haber hablado con él.

Para la sexta Cartman comprendió que no iba a rendirse y antes de que terminara derribando la puerta se dignó a levantarse y abrir.

— ¿Por qué putas no abres? —cuestionó enfurecido el pelirrojo empujando al castaño para entrar.

— ¿Quién diablos te dio permiso de pasar? —Eric cerró la puerta igual de furioso.

— ¡Tú ni siquiera eres dueño de esta jodida casa, así que cállate maldito haragán! —se quitó su capa y colocó encima del perchero.

— ¡Tengo más derecho de propiedad de esta maldita casa que tú! —dijo en respuesta acercándose a confrontarlo.

— ¿Lo dices en serio? Creo que te equivocas ¡Porque yo soy el jodido príncipe heredero de este puto reino y tengo derecho sobre toda la tierra que lo conforma! —exclamó y contraatacó el pelirrojo manteniendo el ceño fruncido.

—Tú... Eres un ¡Uhg! —balbuceó Eric al darse cuenta que no había argumento que pudiera superarle — ¡Eres un maldito príncipe judío, pelirrojo, tiránico y déspota!

—Por milésima vez ser judío y pelirrojo no es un insulto y...

— ¡Y además te atreves a venir aquí cuando ya estás comprometido con esa zorra! —finalmente soltó el castaño con furia y rencor — ¡Eres un desgraciado, infiel, hipócrita, doble cara, mentiroso y una mierda! ¡Eres una gran mierda como todos los de tu clase!

—No... Theo... —dejó a Kyle sin palabras por unos segundos —. Escucha, no es lo que piensas. Por eso vine, para hablar...

—Vete a la mierda, judío —chistó Eric obsequiándole una mirada rencorosa.

Hizo todo lo que estuvo a su alcance para evitar ese compromiso para que al final ese idiota se terminara comprometiendo con esa mujer que ya sabía de su relación y de todas maneras accedió. Se arrepentía cómo nadie por no haberle puesto ese veneno a su té. Pero lo peor para él es que ya sabía cómo terminaría esto, aun si era con doble intención, estaba saliendo con un maldito y despreciable humano. Era lo mínimo que podía hacerle.

— ¡Escúchame maldito saco de grasa! —sin embargo, antes de darle oportunidad alguna de huir, Kyle tiró de él y lo estrelló contra la pared — ¡Es una relación falsa! No nos comprometimos porque nos amemos o una mierda así. Nichole se enteró por algún gordo pendejo que tengo una pareja secreta; por ello es falso. Nos está ayudando a encubrirlo con un futuro matrimonio lavanda ¿Lo entiende tu diminuto cerebro de simio? Es un compromiso con puro interés político y para mantener contentos a nuestros jodidos padres ¡Yo no soy ningún infiel!

El Bello Durmiente Where stories live. Discover now