• III •

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Más primaveras dieron paso en el calendario, ya eran en su total dieciocho primaveras desde el natalicio del príncipe heredero. Creció como un joven sano, fuerte y bello. Desbordaba carisma en su sonrisa tímida. Por lo general continuaba recluido en esa cabaña oculta en el bosque, pero desde que cumplió quince años comenzaron a permitirle visitar el pueblo de vez en cuando, se hallaba cercano a la cabaña y claro siempre que estuviese acompañado de su escolta y un hada, esto con el fin de mantenerlo protegido. Pero Kyle ya siendo un joven de dieciocho años empezaba a impacientarle esa actitud de parte de sus guardianes. Ya no era un niño y por supuesto que deseaba un poco de libertad.

Con cada cumpleaños que pasaba más optimismo perdía, soplar las velas del pastel lo veía igual que la cuenta regresiva de un reloj; y no ayudaba en nada que aparte tuviera mala suerte en el amor, por que sí; en su adolescencia las pocas experiencias amorosas que vivió resultaron siendo un gran fracaso. Al parecer ser "atractivo" no ayudaba mucho y tampoco entendía cuál era el maldito problema, ya que se esforzaba en comportarse como todo un caballero. Uno de los intereses amorosos que más le marcó fue precisamente el primero, cuando tenía quince años. La dama en cuestión era una pueblerina llamada Rebecca Costwolds. Una chica que a pesar de ser una campesina era refinada, elegante e inteligente y vivió gran parte de su vida en un convento.

Un buen día soleado, en los jardines de su hogar la cortejó invitándole a un festival que se celebraría en el pueblo y la casta dama en cuestión aceptó, fue cuando se dieron su primer beso. Kyle pensó que sin dudas ella sería su verdadero amor. Sin embargo, días después algo cambio en ella, sufrió un cambio abrupto.

El ansiado día del festival llegó, mientras la esperaba donde acordaron encontró a Rebecca besándose con todos los chicos del pueblo.

Descubrí que puedo besar chicos y ellos me darán un dinero chingón a cambio ¿No es un negocio increíble? Todo gracias a mi chulo —esa fue la explicación de Rebecca.

Al parecer a Rebecca le gustó mucho la experiencia de "besar" después haberlo experimentado por primera vez con Kyle y casualmente después conoció a un joven de cabellos rubios como la mantequilla que le ofreció "un dinero chingón" a cambio de que besara a los chicos en el festival y trabajase como su perra mayor.

Fue así que acabó su primera relación y los siguientes tres intereses románticos que vivió también terminaron en un fiasco por motivos ajenos a él que nunca pudo comprender.

Pero claro que tenían una gran explicación por detrás.

Todas esas experiencias amorosas fallidas fueron por la intervención del temible brujo hada malvado. Con ayuda de su esfera mágica él tenía el conocimiento de la ubicación exacta del príncipe que maldijo y de todo lo que había hecho en su corta y aburrida vida, y Dios; se compadecía de este pobre chico que llevaba la vida de una monja recluida en un convento la mayor parte del tiempo. Quizás por ese mismo motivo no le prestaba mucha atención, hasta las monjas llevaban una vida mucho más interesantes que él. Pero de vez en cuando intervenía en su vida para asegurarse que todo continuara justo como él quería.

Y se preguntarán por qué Cartman intervenía en la vida amorosa del pelirrojo. Bueno, tiene una sencilla explicación y se remonta un par de meses antes de que Kyle conociera a esa tal Rebecca.

Cartman era explosivo, el caos era su deleite y desayuno de cada mañana. Pero esa vez decidió que sería más conveniente observar algo más relajado; algo tan aburrido como la vida de ese príncipe judío. Mientras disfrutaba de su desayuno encendió su esfera mágica y con un chasquido hizo que se sincronizara con su tan especial víctima.

Se sorprendió ligeramente, ya estaba bastante grande, la última vez que decidió echarle un vistazo fue cuando Kyle tenía unos doce años tal vez, quien sabe, poco le importaba. Pero ahora el joven pelirrojo de quince años de edad parecía estar en el bosque a lado de un arroyo, en compañía de otro hombre de cabellos negros como la medianoche que desconocía por completo. Estaban entrenando, blandiendo sus espadas.

El Bello Durmiente Where stories live. Discover now