Malcolm lo besó de lleno en los labios, pero fue tan breve que no le dio tiempo a reaccionar. Y,

—Yo siempre gano —sonrió, guiñándole un ojo antes de bajar de donde estaba y caminar hacia la entrada.

Reese se cubrió los ojos con el antebrazo, dejando caer la cabeza al respaldo otra vez y pensando en el enorme infierno en el que seguro acababa de meterse.

Porque se suponía que Malcolm debía cuidar al par de demonios de apariencia angelical que vivía a unos metros de ellos..., pero ese no era el problema.

No, a Reese no le importaba que su hermano pensara que el ser niñera de vez en cuando fuera una buena alternativa de empleo, en verdad él no tenía ningún inconveniente con ello.

El problema en realidad era que, esta vez, Malcolm había aceptado cuidarlos aun teniendo el compromiso previo de sus clases particulares... a las que obviamente no podía faltar porque, pues, él era el tutor. Así que, de algún modo, Reese había sido envuelto y completamente sobornado para entrar en todo ese desastre como cuidador sustituto.

—¡Hola, Reese!

«Dios... Había olvidado que hablan al mismo tiempo»

.

.

.

—Te diría que los sacaras un rato, pero no estoy seguro de que vayas a mantenerles un ojo encima todo el tiempo...

—Sí..., yo tampoco.

Malcolm suspiró.

—Bien, no importa, volveré en unas horas, pueden entretenerse aquí un par.

—No entiendo cómo es que te gusta esto.

Dejando por un momento de arreglar las cosas en su mochila sobre la barra, Malcolm lo miró sin entender.

—¿Qué cosa?

—Tú sabes, esto..., cuidarlos —aclaró, señalando con un ligero movimiento de cabeza hacia la sala, desde donde se podía oír el sonido de una caricatura que no reconocía—. Me refiero a que, más que jugar o mantenerlos entretenidos, en verdad parece gustarte la parte de cuidarlos...

—No es que me guste. Es... sencillo. Y me dan dinero por ello.

—¿Sencillo? Creo que no me he sentido tan agotado en mi vida como cada vez que se quedan aquí...

—Son niños, Reese —bufó burlón—. No algo del otro mundo.

—Eh, está bien que te guste —devolvió—. Tiene sentido para mí. Todos los niños te prefieren.

—¿Ahora de qué estás hablando?

Reese se encogió de hombros.

—Dewey siempre pedía dormir contigo aun cuando podía dormir solo si salíamos de vacaciones —declaró—. Y Jamie no parecía darte verdaderos problemas... Eso sin contar que ya habías tenido una etapa de niñera mucho antes en la que te iba bien.

Por un par de segundos, Malcolm no hizo otra cosa que verlo con una mirada entre el asombro y la indecisión sin decir absolutamente nada, pero entonces comenzó a reír, negando ligeramente con la cabeza y provocándole a él arquear una ceja.

—Oye, se supone que yo soy el que les da demasiadas vueltas a las cosas —dijo—. Mejor deja eso y dime si tienes alguna pregunta antes de que me vaya.

Reese largó una pesada exhalación, porque por supuesto que tenía preguntas.

—Tengo muchas preguntas —respondió, cruzándose de brazos—. Para empezar... ¿Qué sugieres que haga?

Serotonina [Wilkercest]Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα