• d i a r i o •

99 23 7
                                    

A D V E R T E N C I A

A continuación se narra la escena de un abuso sexual. Lee con precaución.

¿Es normal sentirte tan culpable por algo que hiciste? ¿Algo que dijiste o algo que sentiste? ¿Es normal sentirte enferma en tu propia piel? ¿Sentir que quisieras morirte después de haber llorado todo el día?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¿Es normal sentirte tan culpable por algo que hiciste? ¿Algo que dijiste o algo que sentiste? ¿Es normal sentirte enferma en tu propia piel? ¿Sentir que quisieras morirte después de haber llorado todo el día?

Así me hizo sentir él.

Es algo que escribo porque jamás se lo diré a nadie. Desde ahora este es mi secreto.

Chisme #11: Daniel y yo nos acostamos en una fiesta.

Eso es lo que dicen de mí en el colegio. Eso es lo que han estado diciendo esta última semana, pero solo yo y esas cuatro paredes de la habitación sabemos qué pasó realmente el sábado en la noche.

¿Está mal haber ido a una fiesta? ¿Está mal haber usado un vestido muy apretado? ¿Haber bebido? ¿Haberte divertido?

No he hecho otra cosa que culparme a mí.

Cristóbal se llevó a Cristina de paseo con su familia ese fin de semana, al parecer visitaron la playa Nasue. Ese mismo sábado, Daniel organizó una fiesta, porque el curso acababa de terminar.

Asistí con Eleanor y Jorge, los únicos amigos que se interesan por mí. Porque Cristina ya no parece ser mi amiga.

Rebeca y Daniel acababan de terminar, y desde entonces él había estado muy insistente para que regresaran. Y también, desde entonces él no me había vuelto a hablar. Daniel era un idiota, y ahora más que nunca no tenía dudas sobre eso.

Eleanor me dijo que no le tomara importancia, y nos divertimos toda la noche.

Bebimos.

Fue la primera vez que bebí en mi vida. El alcohol sabe horrible, no te voy a mentir, aún peor que el café. Pero al menos la pasé bien con mis amigos.

Los padres de Daniel están divorciados. Aunque su madre es la mujer más estricta que he visto en mi vida, su papá lo deja hacer ese tipo de fiestas en su casa junto al jardín de la ciudad.

Bailé con Eleanor y con Jorge hasta que me dolieron los pies. Me alejé de ellos cuando me di cuenta que empezaban a coquetearse.

No soporté el alcohol.

Estaba mareada, desorientada y no sabía exactamente dónde caminaba pero empecé a subir las escaleras de esa casa.

Rebeca me encontró apunto de vomitar en el piso de arriba y me llevó al baño, donde me cuidó hasta que me sentí mejor.

Ella dijo que iría por un vaso de agua, pero luego apareció él.

Daniel.

De pronto se me olvidó lo idiota que había sido. Me tomó de la mano y me invitó a que lo siguiera. Me sentía débil, torpe y frágil.

Me dijo que iba a mostrarme su habitación, y cuando me di cuenta que estábamos solo nosotros dos en ese lugar, algo hizo clic en mi cabeza.

Me deshice de su agarre y le dije que regresaría con mis amigos, pero él negó con la cabeza y todo se fue al carajo.

Tomó mi brazo con fuerza y a rastras entramos en su cuarto. Ignoró cuando le dije que quería salir, que no quería estar con él, que quería regresar con mis amigos...

Las náuseas se hicieron presentes una vez más y empecé a sentirme enferma de nuevo.

Con sus manos recorrió mi cadera, mis brazos, mi abdomen y mis pechos, dejó besos húmedos en mi cuello y cerca de mis labios.

Ignoró todas las veces que le dije que no.

Ignoró cuando empecé a llorar.

Ignoró cuando traté de apartarlo, y en lugar de eso me tomó por los brazos con más fuerza.

El resto es historia.

El resto es mi secreto.

Esa noche me quedé sin voz por las veces que grité pidiendo ayuda, y por las veces que me apretó contra el colchón de su cama, ignorando mis sollozos y mis lágrimas.

Tomó los tirantes de mi vestido y empezó a bajarlos lentamente.

Hasta que apareció Rebeca, como una luz al final de un túnel.

Lo golpeó con la silla de su escritorio y ambas salimos de ahí.

Andy leyó mi diarioWhere stories live. Discover now