XV.━━ Buon compleanno

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Bianca corría a gran velocidad, apretando el paquete contra su pecho y con una leve sonrisa dibujada en sus delgados labios, el hombre que la perseguía estaba muy atrás, quien llevaba un rodillo en mano, su gran estómago no era de gran ayuda para alcanzar a la ladrona que se estaba escapando.

-¡A que no me alcanzas! -gritó la pelinegra con burla, mirando por sobre su hombro para sacarle la lengua al dueño de la panadería.

El rostro del panadero se tornó rojo hasta las orejas y tensó la mandíbula, gruñó y aceleró el paso.

-repampanos -murmuró la niña, también acelerando el paso.

Corría cuesta abajo y con la mirada fija en el muelle sin importarle nada más, ni las ancianas que caminaban por ahí o los comerciantes que tenían sus puestos por las calles, simplemente los esquivaba o hacía un desastre para pasar y retrasar a su perseguidor.

La chica, de ahora doce años, por fin llegó al muelle, lugar donde la esperaba una pequeña pero resistente balsa, la cual había encontrado en la isla que le servía de hogar. Saltó a ésta y comenzó y remar hacia su pequeña isla.

-¡La próxima no te escaparás tan fácilmente! -aseguró el panadero, agitando su puño en el aire,

La niña rio levemente ante el comentario del hombre, dudablemente lo haría.
Bianca pasó el resto del camino imaginando lo bien que sabría aquel pastel de un piso sin decorar recién salido del horno.
Llegó a su isla y arrastró la embarcación por tierra hasta llegar al pie de la torre. Suspiró, exhausta, y se colgó la mochila en la espalda para subir por la escalera de cuerda hasta el lugar que le daba un techo dónde refugiarse.

Al llegar, se tumbó al suelo, al igual que a la mochila, y recuperó el aliento debido a la adrenalina que había pasado tras aquel exitoso robo.

-feliz cumpleaños a mí, supongo -dijo aún con la respiración agitada y una enorme sonrisa plasmada en el rostro.

Se quedó un buen rato tumbada en el suelo, pensando en que sería el mejor cumpleaños de su vida.

Llevaba cinco meses en aquella isla, y habían sido difíciles. No había sido fácil comenzar un plantío de vegetales en la isla, aprender a cazar ardillas, pescar peces o algún animal que sirviera de alimento, además de ir de vez en cuando al pueblo más cercano que había a robar una que otra cosa que necesitaba para sobrevivir.
Pero había algo que le mejoraba los días o, mejor dicho, alguien. Un dulce monstruo marino que iba a visitarla todos los días y ayudarla con algunas cosas.

Su madre hacía falta, al igual que su padre, pero, en cierto sentido, se sentía con más libertad al poder recitar las tablas de multiplicar o intentar calcular algo cuando se le diera la gana en lugar de cada vez que ella se lo pedía. También se sentía alegre, algunas veces un poco triste por las pesadillas que se presentaban con frecuencia, como si estuviese agradecida de haber sobrevivido a aquel accidente; pese a esa alegría, también sentía cierta culpabilidad al no cumplir con lo que su madre impondría como las expectativas a alcanzar, ella estaría decepcionada, causándole un sentimiento de insuficiencia e insatisfacción hacia ella misma.
A veces, no podía dejar de pensar en que ella estaba sufriendo pero otras personas la estaban pasando peor y debía sentir dicha ante el milagro de no morir en un accidente automovilístico. Era todo un revoltijo de pensamientos.

La pelinegra se estremeció al escuchar que alguien subía, asustada de que fuera el panadero de quien había escapado un rato atrás, y se quedó estática, su cuerpo no reaccionaba, ella quería levantarse y correr pero algo se lo impedía.

Esa tensión en su cuerpo se fue al momento en que el delgado cuerpo de Luca se tiró a su lado y se giró hacia ella para dejar un beso en su mejilla.

-¿Y eso? -preguntó, girando la cabeza para mirarlo de frente.

━━𝑷𝒆𝒓𝒍𝒆 𝒅𝒊 𝑴𝒂𝒓𝒆 〔ʟᴜᴄᴀ ᴘᴀɢᴜʀᴏ × ʀᴇᴀᴅᴇʀ〕Where stories live. Discover now