XIII.━━ Tipi di affetto

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El silencio total del entorno era abrumador para Bianca, estaba recostada, boca arriba, en el suelo de la torre donde se alojaba, pensativa, ansiosa de qué pudo haber pensado Luca de lo que le había dicho un par de días antes; desde entonces, no la había vuelto a visitar. Eso le preocupaba, que pensase que era algún tipo de enferma mental y ahora quería alejarse de ella.

Cuando escuchó que él subía por la escalera, se apresuró a levantarse y recibirlo. Cuando él llegó hasta donde terminaba la escalera, Bianca notó que llevaba un morral consigo, le restó importancia y tomó al chico de la mano para atraerlo hacia ella y abrazarlo con todas sus fuerzas, sin importarle si ambos caían por el movimiento tan brusco que había hecho anteriormente.

—¡No te vayas! ¡No estoy enferma! ¡Te lo juro, pero no te vayas! —lloriqueó la niña, dejando desconcertado al mayor, quien intentó separarse de ella para saber qué era lo que pasaba, sin embargo, la morena no estaba dispuesta a soltarlo.

Quería saber qué pasaba y, con mucha fuerza pero intentando no hacerle daño a la niña, tomó a la menor por los hombros y la obligó a soltarlo. Retrocedió e hizo que ambos se desplazaran más al centro de la superficie sobre la que se encontraban. Se agachó un poco para quedar a la altura de la de hebras negras y la miró a los ojos, notando que estaban cristalizados.

—tranquila, no me voy a ir —le dijo con calma, acariciando sus hombros con sus pulgares.

—pero tengo miedo a que lo hagas. —se lamentó la femenina, bajando la cabeza y dejando que las lágrimas corrieran por sus mejillas.

Luca frunció el entrecejo al escuchar eso, como si ella no fuese de lo mejor que le hubiera podido pasar, casi como si su afecto hacia ella hubiera quedado obsoleto. Caducado.

—para que me vaya, tendrán que arrancarte de mis brazos, porque no voy a soltarte aunque mi vida dependa de ello —musitó suavemente mientras secaba las lágrimas de Bianca. Depósito un beso en su frente y se alejó para pasar la correa del morral que cargaba por sobre su cabeza.

Se sentó en el suelo e indicó con la mirada a la pecosa que hiciera lo mismo, ella lo hizo, y comenzó a sacar lo que cargaba en el morral; dejó a su lado una piedra plana y de un tamaño considerable y, sobre ésta, otra un poco más pequeña, la única diferencia era que la última era blanca.

Bianca lo miró, confundida, sin entender para qué eran ese par de piedras.

—¿Para qué son? —cuestionó la niña, apuntando con la mirada a lo que él castaño tenía entre sus manos.

—es para tomar nota de cómo quererte. Así no lo olvidaré —respondió el oji-marron, mirándola con una resplandeciente sonrisa que solo hizo que ella se derritiera de ternura al escuchar eso. Sus ojos se iluminaron y sintió como su corazón latía con fuerza y el estómago le daba un vuelco.

Sus ojos ardieron horriblemente al caer en la cuenta de cuánto le importaba a Luca, al menos eso le daba a entender, y solo pudo desviar la mirada para no romper en llanto.

—quiero saber qué clase de afecto te gusta y qué no, porque solo así te podré querer sin sentir que lo hago mal —indicó el mayor, apoyando la roca más grande en sus rodillas, las cuales pegó a su pecho, listo para tomar nota.

La miró, esperando a que comenzara a recitar el tipo de afecto que le gustaba. Ella solo le sostuvo la mirada, buscando en sus adentros para dar una respuesta lo más concreta posible.

No lo encontró.

No había algo en específico que le gustase.

Abrazos. Besos. Palabras...

Ninguno le gustaba lo suficiente como para mencionarlo.

—me gusta el afecto que me das tú. —dijo la italiana, elevando las comisuras de sus labios y temiendo no haber dicho lo que  el rizado esperaba.

━━𝑷𝒆𝒓𝒍𝒆 𝒅𝒊 𝑴𝒂𝒓𝒆 〔ʟᴜᴄᴀ ᴘᴀɢᴜʀᴏ × ʀᴇᴀᴅᴇʀ〕Where stories live. Discover now