Tras la clase de nado y dejar a Bianca dormida bajo el árbol, Luca había regresado a su puesto de pastor de peces oveja; encontrándose con uno de sus amigos de la infancia. Harry, un monstruo marino de escamas azules por todo su cuerpo y escamas rojas en su cabeza y lo que eran sus orejas, además de unos ojos azúl eléctrico que lo hacían ver bastante inocente. Mentira, y una muy descarada, de inocente no tenía nada.
Hacía años que no hablaban y se estaban poniendo al corriente de la vida de cada uno.
—entonces, trabajo con mi familia en el criadero de cangrejos —mencionó Harry con orgullo —. ¿Y tú?
—pastoreando al rebaño —respondió con un poco de aflicción y se encogió de hombros —. No es muy divertido, que digamos, pero al menos mato el tiempo.
Ambos de quedaron en silencio, uno un poco incómodo. Harry se percató de que ya se tenía que ir pero, antes de que pudiera girarse, Luca se lo impidió, tomándolo por los hombros con brusquedad.
—necesito de tu ayuda —pidió el de escamas verdes antes de que el contrario exigiera una explicación.
—claro. Bueno, dependiendo.
Luca no sabía cómo comenzar. Él quería escaparse por una noche para poder acompañar a Bianca, pero, para ello, necesitaba un favor de alguien que conociese desde niño y le pudiera decir aquello con confianza, además de que mintiera por él.
—hace poco conocí a una niña, una humana, está sola y no tiene compañía, así que voy a visitarla todos los días, pero siento que no es suficiente. Entonces quiero pasar la noche con ella, al menos una, y necesito de tu ayuda para poder hacer eso —aquello lo había dicho tan rápido y tan bajo que, el mayor, apenas pudo entender.
Procesó la información unos segundos más y esbozó una de sus radiantes y coquetas sonrisas que Luca reconocía a la perfección.
—te gusta ponerte la cosas difíciles, Luca, en especial con eso de que tus padres no te dejan subir a la superficie —elevó las cejas un par de veces, acompañado de una mirada pícara —. Pero te ayudaré.
—¿Enserio?
Harry asintió con la cabeza y una sonrisa sincera.
—y, dime, ¿Cómo piensas hacer todo ésto?
Luca pensó unos instantes y comenzó a recitar el plan que tenía en mente para escapar por una noche e ir con Bianca.
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Luca empacaba algunas de sus pertenencias con una velocidad frenética dentro de un pequeño morral. Un poco de comida, una manta y una caracola, quién sabe para qué. Pasó la correa del morral sobre su cabeza y entró a la cocina con prisa para cenar lo más rápido posible.
—¿Por qué tan apurado, Luca? —cuestionó la abuela del mencionado, mascando un bocado de algas.
El menor no contestó, estaba muy apurado, atiborrandose el tazón de algas que le correspondía. Tragó el último bocado con dificultad, al parecer, no había masticado como era debido.
