♡MARIPOSSA♡

●22●

Segunda parte.

•Aviso•

Este capítulo hace mención a temas delicados como :

Torturas.

Manipulación.

Abusos(físicos y
sicológicos)

Si eres sensible a estos temas, puedes cambiar de historia o seguir leyendo bajo tu responsabilidad, esto es ficción y no quiero que se lo tomen como real, por favor tengan cuidado :(

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Respiraba con dificultad, sentía sus pulmones arden en fuego y que estaban apunto de explotar, mientras sostenía con una mano su abultado vientre, clavando las uñas en la fría pared de cemento, trataba de mantenerse de pie, pero sus piernas estaban empezando a fallar, perdía las fuerzas mediante los segundos de ese sufrimiento pasaban.

Estaba tratando de no derrumbarse.

El dolor era demasiado para que pudiera soportarlo por más tiempo, había perdido sus defensas y se había vuelto débil, un omega sufriendo los dolores de un parto adelantado, las emociones habían sido muchas, la responsabilidad cayó sobre sus hombros y lo consiguió derribar, dejándolo aturdido contra el mundo entero.

Sus gruñidos se escuchaban en todo el lugar, de sus secos labios se asomaban sus antiguos colmillos, desgastados por el tiempo y golpearlos entre sí, intentaba contener sus gritos y mantenerse tranquilo frente a todos en la habitación, rodeado por los compañeros de Yoongi en la pandilla, lo observaban con preocupación, sobre todo sus mujeres betas, quienes trataron de acercarse a ayudarlo.

-Señor, deje que le ayudemos...-dijo una de las betas, su cabellera roja hacia atrás dejaba ver su frente arrugada, preocupada por su superior y compañero, verlo en ese estado la conmovía.

Cuando estaban a poco de acercarse al omega, este les gruñó mostrando sus colmillos y la sangre que caía de sus dientes, se había hecho una herida, las jóvenes dieron un paso hacia atrás asustadas por el rechazo de Hoseok, parecía un animal salvaje apunto de atacar a quien se acercara.

No quería a nadie cerca de sus bebés.

Sus ojos brillaban en un tono dorado y sus pupilas se mantenían pequeñas, su instinto de protección había despertado y convertido en una bestia inestable, con la cual se encontraba peleando para no hacer daño a nadie, pero el dolor que causaba el parto lo volvían loco, preocupando aún más a los presentes, pero no por su agresividad hacia ellos...

No.

Lo que les preocupaba era la sangre que corría por sus piernas, manchando todo el suelo con ella y arrastrando las telas de su camisón, decoradas con su sangre.

Demasiada sangre.

Su sufrimiento estaba plasmado en sus gritos rasgados, su temblorosa voz, volvía hielo el aire que respiraban y la desesperación pintada en su rostros, como pudo se acercó hacia la gran mesa donde todos estaban sentados, las puntas de sus dedos, destrozadas por sus propias garras, tocaron la madera fría, dejando en ella la marca del color granate, se aferraba con fuerza para no caer.