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Me escurría entre la gente intentando hacerme un hueco cuando una mano se aferró a mi muñeca. Pensé que sería alguno de los Sully, que me llevaría hasta el sitio en dónde estaban sentados, pero en vez de eso, me encontré a Kovu. Con una mirada llena de odio y la cara contraída en una mueca de enfado. 

- ¿Has hecho los farolillos con ellos? - dijo desviando la mirada hacia la muchedumbre. Vi como la familia se sentaba regalándose sonrisas. 

- Kovu, suéltame. - le dije, intentando deshacerme de su agarre. Él tiró mas fuerte hacia su pecho, lastimándome la muñeca. Abrí los ojos en una expresión de sorpresa cuando vi como sus dientes quedaban a escasos centímetros de mi rostro. 

- No quiero que te juntes con esa panda de skawngs, ¿entendido? - dijo. Su mirada llena de furia, me heló la sangre. No fue porque le tuviera miedo o porque me sintiera intimidada, sino porque Kovu jamás... Él nunca haría eso. 

Le solté un manotazo en el brazo que me oprimía la muñeca, liberándome. 

- ¡¿Se puede saber que te pasa?! - casi grité. 

- Podría preguntarte lo mismo. ¿Por qué ya no vienes por las noches a volar? - soltó. Aquello me sentó como una jarra de agua fría. Casi pegué un salto. Era verdad que ya no iba por las noches a volar, pero era porque... bueno porque estaba ocupada con Kiri o con Lo'ak enseñándole algunos trucos o simplemente porque no quería ir. Ya no era lo mismo.  - ¿Te crees que no me he dado cuenta? - siguió.

Fruncí el ceño extrañada. ¿De que tendría que darse cuenta?

- ¿Qué...? - intenté pero él volvió a interrumpirme.

- Todo es por ese skawng - dijo desviando su mirada hacia los chicos. Seguí la dirección de su mirada para encontrarme con Neteyam mirándonos fijamente. - Por ese... Ese... Por la Madre, ni siquiera puedes despegar los ojos de él. - dijo.

Kovu volvió a agarrarme de la muñeca, esta vez con intención de arrastrarme entre la gente y como era bastante más grande que yo, que tiraba más bien a ser delgada por estar siempre haciendo ejercicio, fui como una pluma siendo arrastrada por el viento.

De repente, fue como si esa oscuridad que me había estado a punto de matar hacia unos días, me envolviera la muñeca, tirara hacia mi.

- Kovu... - balbuceé. Sabía que todo aquellos pensamientos no eran reales pero la oscuridad que rodeaban a mi amigo era tan grande... Tan tenebrosa... - Por favor, no es lo que piensas. - probé y se detuvo en seco.

- Entonces dime qué tengo que hacer para merecerte porque no entiendo cómo él puede haberse ganado tu corazón en unos meses cuando yo llevo intentándolo años. - dijo atropelladamente.

Abrí la boca, para decir algo pero sus palabras calaron en mi más rápido de lo que pensé. Intenté decir algo, lo que fuera que pudiera hacerle sentir mejor, para que se quitara aquello de la cabeza. Pero luego me di cuenta de que no había dicho nada que no fuera más que la verdad.

Posé una mano en su muñeca, envolviéndola. Sintiendo su piel bajo mis dedos. Cuando elevé la mirada, me encontré con uno ojos llenos de una oscuridad que ya no parecía tan tenebrosa. Además, sus ojos se habían llenado de lágrimas. Lágrimas de impotencia.

- Kovu, yo no... - probé. Las palabras eran piedras en mi corazón.

- No te atrevas a negarlo, Neith. - volvió a interrumpirme. - Yo te veo, Neith. - dijo. Su voz quebrada y lo mucho que se acercó a mí, me hicieron tomar una honda bocanada de aire. Y olí el olor a madera y a pintura que usaba para sus ropas de vuelo o para los abalorios de sus trenzas. Pegó su frente a la mía, nuestras manos unidas.

Aquella confesión me puso los pelos de punta. Yo quería mucho a Kovu y lo veía si, como a un igual. No como a alguien con quien compartir mi vida para siempre. Cada vez que pensaba en ese alguien...

Negué con la cabeza y me separé de él.

- Kovu yo no... - y está vez no me interrumpió. Abrí la boca un par de veces para intentarlo, pero cuando fijé la vista en aquellos ojos, supe que nada de lo que se me había ocurrido bastaría para sanar la herida en su corazón. - Lo siento. - opté por decir.

Kovu se separó de mi y cerró brevemente los ojos. Después soltó mis manos y miró por encima de mi hombro. Me miró otra vez y se alejó a pasos agigantados.

Me abracé a mi misma, con los ojos llenos de lágrimas. Tal vez había roto lo que había entre nosotros y tal vez ahora su familia me despreciaría; pero no podía ignorar el hecho de que mi corazón latia por y para otro hombre. Sería injusto unirme a él cuando no podía pensar en otra cosa que no fuera...

- ¿Estás bien? - dijo una voz a mi lado. Una voz cálida, grave, confidencial. Dulce y gentil a la vez. Como la caricia de un amante. Una voz como la de Neteyam. 

Elevé la mirada hacia esos ojos dorados y después mire a Kovu. Acababa de terminar una amistad que había durado años, ¿estaba bien?

Agaché la cabeza y me perdí de nuevo entre la gente, en dirección a las cuevas. Necesitaba hablar con la Gran Madre.

Guerrero del VientoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt