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- Kovu, no lo entiendes. - insistí. - Yo estaba ahí, me escuchó. - volví a repetir. 

Llevaba cerca de una hora intentando hacerle entender lo que había pasado con Neteyam el día anterior. Me había dicho una y otra vez que era imposible. Que era alguien del bosque.

Me había enfurecido.

- Es un chico del bosque Neith. - insistió. Su tono de voz cortante. Su mirada, enchida de furia.

Caminé más rápido para intentar alcanzarle. Todo el mundo nos miraba.

- ¿Y qué?¡Yo también lo era! - protesté.

- No pienso discutir más. No voy entrenarle. - dijo frenando en seco. Estuve a punto de chocar con él pero la información, que me había sentado como una jarra de agua fría me lo impidió.

También frene en seco. Aquello era injusto.

- ¿Es porque no te cae bien? - probé de nuevo.

Kovu tensó la mandíbula y miró hacia otro lado. Había notado cierta rivalidad entre ellos desde el principio pero nunca le había dado importancia.

Mi mano intento tomar la suya pero se apartó de mi lanzandome una mirada despreciable. La misma mirada que me habían hechado la gente de mi clan.

Me quedé completamente paralizada ante su comportamiento. Kovu nunca se había comportado conmigo así.

- Déjame, ¿quieres? - respondió antes de irse, dejándome allí todavía con la mano extendida.

Parpadeé un par de veces, con su mirada clavada en el corazón. Creía... Creía que nunca recibiría una mirada de aquel tipo por su parte. De su hermana y de su padre podía esperarmelo. Pero solo había dos personas que jamás me mirarían así. Kovu y la Tshaik. Una de ellas me había fallado.

Le vi alejarse entre la muchedumbre, sin saber que más hacer. Nadie entrenaria a Neteyam porque él era un extranjero.

Siseé, llena de impotencia. Neteyam tenía un gran potencial que se estaba desperdiciando. Tenía que empezar a entrenar de inmediato.

Enfurecida, decidí ir a ayudar a la Tsahik para despejarme. Necesitaba pensar y con Kovu por allí rondando no me hacía un favor.

Me dirigí hacia su tienda, lanzando maldiciones y esquivando a la gente. Choqué con un par de ellos pero no me paré a pedir disculpas. Estaba demasiado enfadada como para hacerlo. Estaba demasiado enfadada como para darme cuenta de que alguien me llevaba siguiendo entre la muchedumbre durante unos segundos. 

- ¡Neith! - sonó la voz de Neteyam, detrás mía. Frené en seco y me giré en redondo para verle caminar hacia mi, con las trenzas balanceándose de un lado a otro. Parecía que tuvieran vida propia. Siempre era por un lado Neteyam y por otro, sus trenzas. - ¿Estás ocupada? - me preguntó cuando llegó hasta mi. Tenía la respiración acelerada, como si hubiera estado corriendo. 

Tenía que ayudar a la Tsahik con los farolillos y suponía que sus hermanos estarían haciendo lo mismo, así que me pregunté que tendría que hacer Neteyam, mejor que adornar su choza para el Solsticio, a la vuelta de la esquina. 

- En realidad si. Debería ir a ayudar con los farolillos, ¿tu ya has terminado? - le pregunté. Neteyam se llevó una mano a la nuca y evadió mi mirada, clavandola en el suelo. 

- No del todo... Quería... - probó. Su mirada saltaba de mi hacia el suelo o la gente a nuestro alrededor. - Tal vez... - intentó de nuevo. Me crucé de brazos, algo nerviosa. Nunca había visto a Neteyam así de intranquilo hablando con alguien. - Esperaba que pudieras ayudarme con eso. - soltó por fin. Su mirada se clavó en la mía, esperando una respuesta. Se me erizó el pelo de la nuca cuando vi como sus pupilas se dilataban. 

Guerrero del VientoWhere stories live. Discover now