Saga de Subaru: Capítulo 10

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-¿¡Qué es eso... qué está pasando...!?- Lafanpan, desde la distancia, observaba con inquietud el miasma maligno que estaba surgiendo de la invocación espiritual de Remigius, aquella que Subaru había conseguido derrotar con gran esfuerzo...y que se suponía debería haber sido aniquilada...

La neblina, cargada de malicia y oscuridad, cubría cada vez más el cuerpo de Hecathriel, al tiempo que está seguía agitandose convulsivamente, como.wi estuviera sufriendo un gran dolor.

Frente a ella, Subaru permanecía en guardia, espada en mano, sintiendo la presión que esa criatura comenzaba a ejercer en el ambiente. Sentía el cuerpo muy pesado, tanto por las heridas del combate anterior como por la presión que la invocación comenzaba a ejercer.

La mirada ígnea que el destrozado rostro metálico del yelmo de la criatura estaba dirigiendo hacia él lo estaba poniendo realmente inquieto -Es peligrosa...mucho más que antes...- El agarre de sus manos sobre la empuñadura de su espada era tembloroso: pocos enemigos lo habían hecho sentir así antes, pero aún así no retrocedió -No sé que está pasando o que va a hacer, pero es mejor...¡si la mato ahora!- Sin perder tiempo, el mercenario se lanzó contra la criatura, listo para cortarla.

-Iluso...- Una sonrisa calculadora decoró el rostro de Remigius al ver a Subaru lanzarse contra Hecathriel -Prepárate para conocer tu perdición, pagano...-

Subaru, ya sobre Hecathriel, iba a dejar caer su espada sobre ella cuando sus instintos lo pusieron en guardia, y de repente, la criatura lanzó un potente alarido, que a su vez provocó un pulso de energía que lanzó atrás a Subaru, chocando este contra el suelo con un estrépito metálico de su armadura.

-Maldito sea...- Tendido en el suelo, Subaru sintió como un repentino calor inundaba el lugar, y para su asombro, observó como los tres rostros del yelmo de la invocación comenzaban a absorber el fuego que hacía arder parte del claro, siendo consumido a través de las bocas de los rostros tallados en metal.

-Está... está consumiendo las llamas...se las está tragando...- Lafanpan temblaba, sintiendo como el aura de poder de Hecathriel aumentó tras esto.

Una vez el fuego fue consumido en su totalidad, la criatura se irguió y entre los recovecos y espacios entre las piezas de su armadura, donde antes no había nada salvo negrura y oscuridad, se pudo ver el brillo incandescente del fuego, como líneas de magma, mismo que alumbraba los ojos y el interior de la boca de las máscaras del yelmo. Era como si dentro de la armadura, aquel ser estuviera hecho de llamas. Del muñón donde antes estaba su brazo izquierdo, caían gotas de magma a modo de ardiente sangre.

Subaru observó atónito la nueva forma de la criatura, así como también sintió su aura -No hay duda, puedo sentirlo...Su poder superar al de algunos de los Apóstoles que he enfrentado en el pasado...- Se dijo el mercenario, observando en guardia a la invocación.

-¡Jajajaja, ¿qué te parece, el poder de esta santa guerrera divina!?- Exclamó emocionado Remigius -¡Ahora su fuego sagrado purificará tu profana existencia consumiendo tu cuerpo entre las benditas llamas!-

-Tch, tan solo se ha puesto un poco más brillante que antes, no te hagas ilusiones- Replicó Subaru con sorna, aunque interiormente estaba nervioso ante su presencia.

El mercenario entonces miró hacia atrás, hacia donde estaban su compañera y la niña Neferi

-¡Lafanpan, coge a Latina y llévatela de aquí, rápido!- Exclamó Subaru. Sabía que Hecathriel era ahora más fuerte y peligrosa, e incluso con la barrera arcana a su alrededor, no quería exponerlas a ese peligro.

Las Espadas de la SombraWhere stories live. Discover now