Saga de Subaru: Capítulo 6

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Nuevamente, el camino surcaba grandes campos y llanuras abiertas, con numerosas ciudades y pueblos pequeños en estas, además de altos torreones y recios castillos. La diferencia principal radicaba en la presencia de un mayor número de viajeros, comerciantes y mercaderes a lo largo de los caminos que cruzaban aquellos aquellos territorios.

La cercanía de los feudos y ciudades estado que dominaban aquellas tierras de la región con la frontera sureña del reino de Lugnica había propiciado un activo comercio entre naciones, lo que a su vez había enriquecido a todos por igual, mejorando ampliamente la calidad de vida de sus habitantes.

Era por ello que, a diferencia del resto de los inumerables pequeños países y feudos de aquella región, los gobiernos de las distintas ciudades estado de las tierras circundantes no solían entrar en conflicto con tanta asiduidad, aunque sus ejércitos y milicias eran fuertes y profesionales. Eso no quería decir que estuvieran exento de conflictos armados, tan solo que las naciones circundantes ersb más propensas a discutir los problemas usando la diplomacia antes que llegar a recurrir directamente al uso de las armas.

Es más, los conflictos armados solían darse contra naciones del Continente Ventral no pertenecientes a estas tierras, cuando estas solían tratar de invadir a los estados de dicha región, donde estos últimos solían formar grandes coaliciones con sus ejércitos para resistir las invasiones de países mayores.

Pero era precisamente, esos largos periodos de paz y poca disposición a la guerra en estas tierras norteñas de aquella región continental, lo que hacía que mercenarios como Subaru no fueran demasiado requeridos por estos lares, salvo para simples misiones de escolta a comerciantes y burgueses menores que no podían permitirse tener una guardia privada.

Y no era algo que el joven mercenario soliera realizar aún por dinero. Subaru disfrutaba del calor de la batalla y enfrente a numerosos enigos en la guerra. La escolta de simples mercaderes se le hacía una tarea aburrida y poco emocionante para él, y solo en muy contadas ocasiones había realizado tareas como aquella.

Actualmente, Subaru y Lafanpan llevaban ya más de dos semanas viajando hacia el noroeste tras haber dejado atrás Tanberg. El camino había continuado sin sobresaltos, deteniéndose tan solo en una pequeña ciudad para adquirir algunas provisiones, poco más que comida para el viaje.

De vez en cuando alguna patrulla de soldados o milicias de algún feudo los había detenido para interrogarlos sobre sus intenciones, pero enseguida los habían dejado continuar su camino sin ningún inconveniente al constatar que el guerrero no representaba una amenaza, aparte de que el guerrero tampoco mostraba hostilidad ante soldados que simplemente hacían su trabajo protegiendo sus tierras.

No era por nada en particular, pero Subaru levantaba ligeras sospechas sin quererlo. Un guerrero solitario que portaba una gran espada que no cualquiera podría alzar y que no llevaba ninguna armadura ni blasón propio de los ejércitos o milicias de los gobiernos de aquellos feudos o ciudades estado podía levantar suspicacias.

Su presencia también atrajo la curiosidad de los viajeros y mercaderes, ya fuera por su aspecto o por su peculiar acompañante de raza feérica, pero ninguno osó hablarle, ptes no podían evitar cierto nerviosismo e inseguridad ante la intimdante presencia del espadachín. Y el eterno semblante serio del joven tampoco ayudaba demasiado...

Aún así, durante esas ocasiones Subaru tan solo ignoraba a esos viandantes, al igual que Lafanpan. Ambos estaban ya acostumbrados a recibir miradas de curiosidad del pueblo llano.

En aquella jornada, llegado ya el mediodía, Subaru aprovechó para parar junto a un pequeño meandro de un riachuelo, donde llenó su pellejo de agua fresca y se sentó junto a la orilla en la suave hierba para disfrutar de un sencillo almuerzo de pan moreno con cecina y queso.

Las Espadas de la SombraWhere stories live. Discover now