Capítulo XVII (Pólvora y muerte)

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P.O.V. Diana: 

Pasaron varios minutos desde que la reunión con el señor del maletín comenzó, y no me gusta ser alguien que juzga por las apariencias, pero este hombre tenía demasiada cara de fraude.

Su nombre es "Harold", un hombre noble adulto que llevaba un saco de piel y unos cuantos anillos de oro y plata en sus dedos, vino acompañado de un par de mujeres que al parecer eran sus "pequeñitas". 

Su sonrisa arrogante mientras conversaba "alegremente" con Alec, me daba un poco de nauseas, pero todo era parte de simular un tipo de felicitación por su gran compra. 

Y yo me mantuve en silencio, escuchando sus conversaciones acerca de todos los negocios que manejaba ese hombre, supongo que de ahí viene su lujo y las mujeres semidesnudas que lo acompañaban. 

Afortunadamente la conversación fue en español, Harold tenía varios negocios en Inglaterra... 

Para mantener mi identidad, tenía mis lentes de sol, y lo único que sabía de mí, era que yo también era un vampiro. 

—¿Y qué me dices de ampliar tu negocio? —Harold le preguntó a Alec. 

—Tengo cientos de sedes alrededor del mundo, y demasiado trabajo —contestó. 

—Tus padres no habrían dicho lo mismo, ellos siempre fueron amantes del negocio —replicó. 

—¿Qué sabes de mis padres? —achinó los ojos. 

—Yo estuve con ellos unos días antes de su asesinato, ¿Nunca te mencionaron nada? —Harold alzó una ceja. 

Los ojos de Alec estaban sumamente atentos, creo que el noble tocó un tema que le interesaba. 

Sus padres siempre fueron una incógnita en su vida, ¿A qué se dedicaban? Fueron tan cuidadosos al esconder todo lo que hacían, logrando transformar su vida en un misterio... 

Sin embargo, su cuidado no duró demasiado, ya que fueron eliminados de este mundo sin dejar rastro, solo una nota que confirmaba sus muertes. 

No hay cuerpos, no hay registro, el dinero del que tanto presumían tampoco está, ¿Qué fue lo que pasó realmente?

—Habla —Alec ordenó —¿Qué sabes de mis padres? 

—¿Yo? Un poco más que tú, Rosella y Niccolo no eran personas muy agradables, pero ¡Mierda que tenían una fortuna! —Harold sonrió. 

—¿De dónde sacaban todo el dinero? —preguntó. 

—Ni puta idea, pero ¿A quién le importa? Supongo que sus intereses se fueron al carajo cuando alguien descubrió de dónde salía todo ese dinero. —se encogió de hombros —Mi socio Bruno fue uno de los pocos que tenía buena relación con ellos. 

—Tu tal socio "Bruno", ¿Dónde lo puedo encontrar? —Alec sirvió más alcohol en sus copas. 

—Ah... Alec Rizzi, me han llegado noticias de que sueles matar a quien te estorba, si te digo dónde encontrar a mi socio Bruno, ¿Lo matarías? —él alzó una ceja. 

—¿Por qué lo mataría? —le dio la copa. 

—Digamos que participa mucho en la competencia, tú sabes a lo que me refiero. —Harold le guiñó un ojo. 

—"Los famosos desquiciados", quienes tratan de joder mi negocio cada año vendiendo sangre de mala calidad...  —Alec masculló y el noble asintió. 

—¡¿Ves?! ¡Vas a matarlos a todos si te dijera dónde están! —soltó una carcajada —Además, quiero algo a cambio. 

—No me gustan este tipo de cosas, ¿Por qué mejor no me dices? Abriste la boca, y puedes salir de esta sala intacto o con un agujero en tu cabeza —Alec sacó un arma y le apuntó al noble. 

Sangue DolceWhere stories live. Discover now