Capítulo 26: Misión en el planeta Tarsex (III)

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Cuadrante 36, Sistema Malvarala, planeta Tarsex.


 - Vaya, vaya, es verdad que uno nunca sabe lo que va a caer del espacio – dijo uno de los enemigos, un alto brench de tono violeta con una coleta roja.

- Es todo un logro Polver, hasta ayer estos simios eran incapaces de bajar de los árboles – añadió sonriendo otro, una brench de tono anaranjado y larga melena gris.

- ¡Fijaos! ¡Si aún no saben ni hablar! - exclamó el tercero de los brench, de tono grisáceo y con el pelo de color verde musgo.

- Malditos... - susurró Prico, apretando los puños para contener la ira.

El resto de exploradores permanecía en silencio, observando a sus enemigos e intentando no mostrar el terror que les producía su presencia. Aparte de los tres brench, muy similares en aspecto a los saiyans excepto por sus variopintos tonos de pelo y piel, les acompañaba un corpulento marshelita de piel azulada y escamosa. Este observaba a los saiyans en silencio, sonriendo y con sus cuatro brazos cruzados en el pecho. Era el responsable del miedo que invadía al grupo de exploración.

No era para menos. Si bien los brench eran poderosos, con niveles que superaban las 3.000 unidades, las lecturas que sus rastreadores daban del marshelita eran apabullantes.

Es casi tan fuerte como Vegeta – reflexionó Auber. Comenzar un combate directo contra un enemigo de ese nivel sería un suicidio. Tenía que pensar en una estrategia.

- Tranquilos chicos. Recordad que, aunque somos de Facciones diferentes, todos formamos parte de la familia del Imperio Galáctico – dijo el marshelita rompiendo su silencio.

Era cierto, así lo demostraban las armaduras que llevaban, similares a las de los saiyans. También portaban rastreadores, lo cual explicaba como les habían seguido el rastro con tanta facilidad y eliminaba cualquier posibilidad de escapar.

- ¿Qué hacen unos monitos cómo vosotros en un planeta tan remoto? - preguntó.

- No es asunto tuyo – respondió Lych. El orgulloso saiyan era, junto al impasible Ion, el único de los exploradores que no parecía intimidado por la presencia del marshelita.

Idiota – pensó Auber.

- Somos exploradores, estamos en una misión para investigar el planeta como parte de un proyecto de cartografiado financiado por el Imperio Galáctico – respondió rápidamente Auber. Debían darle conversación al enemigo, ganar tiempo mientras pensaban un plan.

- Suena plausible... – dijo el marshelita con tono reflexivo -. Sin embargo, ¿no sois demasiado poderosos para ser exploradores? ¡Y numerosos! Dos escuadrones completos para explorar una pequeña roca. Resulta sospechoso. Eso sin contar el hecho de que habéis eliminado a toda una compañía de legionarios malvarianos nada más llegar al planeta... No parece una práctica propia de los exploradores. Más bien diría que se trata de las maniobras típicas de un grupo de guerreros, quizás de mercenarios contratados por el Octágono para recuperar el control de este planeta. ¿Qué te parece esta teoría?

¡Maldición! - pensó Auber. No esperaba que su excusa funcionase, pero tampoco que sus enemigos estuviesen tan informados sobre el motivo de la presencia saiyan en el sistema. No quedaba más opción que luchar, pues era imposible escapar a la señal de sus rastreadores. A menos...

- ¡Deja ya de jugar con nosotros! - exclamó Lych con enfado -. Sabes de sobra el motivo por el que estamos aquí pero, si crees que te lo vamos a poner fácil, estas muy equivocado. ¡Somos saiyans!

Dragon Ball: una historia de los saiyansWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu