Capítulo 25: Misión en el planeta Tarsex (II)

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Cuadrante 36, Sistema Malvarala, planeta Tarsex.


 - ¡Míralos! ¡Huyen cómo ratas! - exclamó Prico eufórico.

Era cierto. Estaban a punto de alcanzar a la patrulla de prospección cuando, de improviso, sus diez miembros habían emprendido el vuelo a toda velocidad. Auber no creía que les hubiesen detectado. Seguramente habían recibido un mensaje del campamento para replegarse. Eso confirmaba dos cosas: que los tardalianos sabían de su llegada y que les temían. Eran buenas noticias.

- ¡Juguemos un poco con ellos! - dijo Plum aumentando la velocidad.

La distancia entre los saiyans y la patrulla tardaliana se redujo rápidamente.

- ¡No aflojéis! - gritó el tardaliano que iba en cabeza -. ¡Seguid adelante!

Sus esfuerzos fueron inútiles. Acelerando vertiginosamente, los saiyans salvaron la distancia con los tardalianos y bloquearon su ruta de escape. La patrulla de prospección se detuvo en seco, impotente ante la velocidad superior de sus enemigos. El terror se adivinaba en el rostro de los soldados.

- ¡Mierda, nos han alcanzado! - maldijo uno de los tardalianos de la vanguardia -. ¿Qué hacemos ahora Atio?

Atio recorrió con su mirada a cada uno de los saiyans, apretando los dientes con frustración.

Sabe que está acabado – se dijo Auber.

- ¿Qué demonios hacéis aquí saiyans? - preguntó Atio -. Sabed que os encontráis en un planeta propiedad de Tardalia y que, tanto yo como mis hombres, gozamos de la protección de la Facción Cooler. Cualquier agresión contra nosotros será considerada un ataque directo contra Lord Cooler y tendrá una respuesta por su parte.

- ¡¿En serio?! - exclamó Prico con una sonrisa burlona -. Disculpadnos entonces, no lo sabíamos. Nos volvemos inmediatamente a nuestras naves. ¡Lo último que queremos es provocar a la poderosa Tardalia!

Los saiyans sonrieron de forma amenazante.

- ¡Sois unos malnacidos! - gritó Atio con enfado -. Si creéis que podéis derrotarnos con facilidad, estáis muy equivocados. Además, pronto llegarán nuestros compañeros.

- ¡Mejor! - exclamó Ulif -. ¡Así tocamos a más!

- Bueno, dejémonos de tonterías – dijo Plum -. ¿Cómo nos los repartimos?

- Ellos son diez y nosotros ocho – dijo Ulif -. Podríamos hacer un uno para uno y luego sortear a los dos restantes.

- ¡Claro! El único problema es que esos dos no se van a quedar quietos – señaló Tich.

- Supongo que podríamos hacer un trato – repuso Plum -. Un pacto entre caballeros.

Auber suspiró. Tenia que reconocer que, en ocasiones, le cansaba el jugueteo de los saiyans con los enemigos. Sabía, por propia experiencia, que estas bromas solo las hacían cuando los rivales eran mucho más débiles.

- No vamos a luchar con vuestras condiciones saiyans – exclamó Atio -. ¡Compañía, en formación!

Al unísono, los diez tardalianos se dispusieron junto a su líder formando un semicírculo.

- ¡Activad la barrera! - gritó de nuevo.

En el antebrazo derecho de cada tardaliano había grabado un tatuaje con forma de escudo desde el que se desplegó una barrera de energía de tono azulado. Alcanzaba desde la cabeza hasta los pies y, en conjunto, simulaba una esfera casi perfecta.

Dragon Ball: una historia de los saiyansWhere stories live. Discover now