Capítulo 19: La saiyan de élite

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Planeta Vegeta, Mercado de Sadala.


- Esa armadura de combate cuesta 300 galones imperiales – respondió el comerciante thasaliano.

- ¡300 galones imperiales por una armadura básica! ¡Tiene que ser una broma! - exclamó Tich indignado por la oferta -. ¡Si no debe valer más de 60!

Auber sonrió divertido por la actitud de su compañero. Era el último día de su escuadrón en el planeta Vegeta antes de comenzar la misión en el sistema Malvarala y Tich había insistido en dar una vuelta por el mercado de la ciudad. Esa misma mañana habían recibido su primera paga como exploradores y el saiyan estaba deseando gastársela. Entusiasmado, había recorrido los barracones del Cuerpo de Exploradores en busca de compañeros para su aventura, si bien solo había conseguido arrastrar a Auber y a Umber.

Auber había aceptado sin dudar. A pesar de su talante solitario, tenía que reconocer que le agradaba la compañía de Tich y su singular optimismo. Era el compañero con el que había desarrollado una mayor afinidad y, en ocasiones, lamentaba no haberlo conocido antes.

Mi vida en la academia habría sido muy diferente – reflexionó. Sin embargo, no se arrepentía de sus decisiones. Sus pasos lo habían llevado a ser quien era en ese momento y no era propio de un saiyan lamentarse por el pasado.

En cuanto a Umber, el tímido saiyan se había visto abrumado por la insistencia de Tich y, finalmente, había aceptado acompañarlos, si bien siempre se mantenía un paso por detrás de ellos y apenas intervenía en la conversación.

- Disculpe pero se trata de una armadura de la mayor calidad ¡Sus correas están hechas de acero kacchin! - insistió el comerciante thasaliano -. ¡No podría venderla por menos de 250 galones!

- ¿Correas de kacchin? ¡Eso no hay quién se lo crea! Además, ¿para qué demonios me servirían unas correas de kacchin? Si me pulverizan la armadura, poco importará tener unas correas indestructibles – repuso Tich -. Estoy dispuesto a subir a 90.

El mercader bufó indignado.

Los comerciantes thasalianos eran muy reconocidos por su arte para el regateo, pero Tich no se quedaba atrás. El sueldo base de un explorador novato era de cien galones y Auber había recibido ciento veinte por su nombramiento como capitán de escuadrón.

- ¡Tener una buena sujeción es tan importante como la resistencia de la armadura! - repuso -. ¡130 galones, es mi última palabra!

- Deberías aceptar – susurró Auber al oído de Tich. El comerciante había llegado a su límite y no convenía enemistarse con los thasalianos, menos aún en el mercado.

- Espere un momento... - le dijo Tich al mercader y se giró hacia Auber -. Bondadoso y estimado capitán, ¿me prestarías treinta galones? ¡Prometo devolvértelos!

- Debería haberme estado calladito – murmuró Auber, sorprendido por el desparpajo de su amigo -. De acuerdo, pero los quiero de vuelta.

Auber sacó su tarjeta y traspasó los galones a la de Tich.

- ¡Trato hecho! - le dijo Tich al comerciante estrechando su mano para cerrar el negocio.

El muchacho pagó al comerciante y observó sonriente como envolvían su nueva armadura. Contentos por su adquisición, el grupo continuó su paseo por el mercado.

- Ha sido una gran compra, le había echado el ojo a esta armadura desde hacia seis meses - les dijo sonriente mientras observaba el pequeño paquete donde la habían comprimido -. ¡Muchas gracias por el préstamo! Te lo devolveré con mi próxima paga.

Dragon Ball: una historia de los saiyansOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz