La maquina

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Dave estaba ganando. Ya tenia a Melissa de su lado, todo gracias a un controlador bien escondido en aquella computadora.

Le habia causado dolor, si, pero no habia tiempo para lamentarse.

Sabia lo que quería y no se detendría por nada. Ahora, debía confrontar a su padre y matarlo. Habia una posibilidad increiblemente grande de que ambos resultaran heridos, pero valdría la pena si el contrario terminara muerto.

Melissa estaba en la habitación de la gran maquina cercana a la zona restringida. Dave le habia dicho que presionara todos los botones sin importarle las cosas raras que haga. 

Después de todo, ese era el punto.

Ella estaba asustada como el infierno. Aunque todo estaba particularmente tranquilo, sabia que algo malo estaba a punto de pasar. Escucho pasos entrar a la sala.

Era él.

- ¿Estas lista? - Ella volteo rápidamente. Habia pensado que era uno de los soldados que estaban tras de ella.

- Si, solo, no estoy segura de esto. ¿Realmente vamos a cambiar algo? - Él sonrió vacilante.

Ella era igual a Marian.

- Claro que si. Con ellos fuera de la ecuación, seremos libres. - Ella suspiro, resignada a seguir las instrucciones. - Confió en ti. -

El salió, dispuesto a confrontar a su padre. Tenia una serie de oraciones ensayadas, una herramienta bien escondida y todo a su favor. Si alguno de los dos sobrevivía, quedarían carbonizados por la agradable sorpresa que gracias a Melissa habia preparado.

¿Qué hay de la tarjeta de memoria?

Oh cierto. El habia pensado que bastaría con acabarlo públicamente, pero dadas las circunstancias, pensaba que era mejor dejar de lado la memoria para terminar con todo, incluso con él mismo.

Los sacrificios a veces son necesarios.

Paro en seco al estar justo frente a la puerta de aquella sala. Estaba emocionado por lo que estaba a punto de hacer.

La puerta automática se abrió, revelando el maldito rostro de George.

- Bien, parece que alguien ya tomo su decisión. -

The Backrooms: Vol. IUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum