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Después de estar juntos, Che solía ser muy meloso al terminar el acto. Solía necesitar mucho de su cariño después del sexo. Ahora, se encontraba luchando con la necesidad de meterse bajo el brazo de Kim y exigirle consentirlo.

No podía caer en viejos hábitos. Por eso se alejó cuando Kim se acercó de forma voluntaria para acostarlo sobre su pecho.

—Che...

—Tengo que irme. Y tú tienes una reunión a la que ir. —Che comenzó a vestirse con prisa evitando la mirada de  Kim—. No quiero que llegues aun más tarde.

Salió de la habitación con el rostro cargado de mortificación, al ver a Knut en el pasillo bajó la cara sonrojada y siguió su camino con prisa.

Lo que había hecho era precisamente lo que dijo que haría. Podía llevar ese tipo de relación con Kim, mantener la distancia, evitar acercarse más a él. Solo que no creyó que doliese tanto como lo hacía.

Kim lo vio alejarse con una leve puntada en el pecho. Cuando se acercó a Che su plan nunca fue convertirlo en esta rata huidiza qué se esconde de todos. Jamás pensó que sus actos lo pudieran cambiar tanto.

—Ya vístete. Llegas tarde.

—Si está interesado esperara. —Kim recogió sus pantalones con calma y se vistió tan lento que comenzó a desesperar a Knut.

—¿Se te quitó el dolor de cabeza?

—Sí.

—Entiendes que tu cuerpo te envía esos dolores de cabeza como una señal de que es hora de parar. Aunque creas que no, sigues siendo humano y tu cuerpo necesita descanso. No puedes seguir sometiéndelo a todo ese estrés.

Kim apretó los puños y se volvió hacia Knut, estaba furioso. En otros guardias ese gesto podría tener un efecto pero no Knut quien lo había visto crecer.

—¡No estaría estresado si mis hermanos fueran más competentes e hicieran lo que se supone tienen que hacer!

Kim parecía más un niño malcriado qué nunca. Se veía exactamente igual al Kim qué aparecía cuando estaba con sus hermanos y fingía ser una molestia despreocupada qué fastidiaba a todos, Knut pensaba que en el fondo no fingía, Kim disfrutaba de ser el niño mimado de sus hermanos. Pero tenía demasiado orgullo para admitirlo en voz alta.

—Tal vez Tankhun no haga bien su trabajo pero Kinn, sí. Es un buen líder.

—Kinn es un idiota confiado qué cree que al ser blando con sus guardias se ganara su respeto eterno y fidelidad.

—Tu eres bueno con tus guardias, Kim.

—Yo los recompenso por un buen trabajo. No es lo mismo. —Se pasó la mano por el pelo frustrado. —Kinn y Khun están tan desesperados por hacer amigos que olvidan qué son sus empleados. Solo mira a Arm, Pol y Pete. Es una situación desastrosa.

—Ellos jamás han olvidado cual es su posición en esta familia.

—Por supuesto que no, estarían locos si lo hicieran. Pero hasta cierto punto Khun lo hizo.

—Él está un poco loco.

Kim soltó una risita y se dejó caer en el sofá con los brazos extendidos. Knut no conoció a Tankhun de pequeño, era una pequeña rata astuta y mortífera. Kim sabía perfectamente que después de su último secuestro Khun había estado fingiendo parte de su locura, se escudaba en su excentricidad para no llevar la cadena mando.

Podía ser delicado, dulce y temeroso cuando quería; o simplemente, escandoloso y cruel cuando lo necesitaba. . Kim solía hacer mucho ruido para que su familia lo notará, de lo contrario era capaz de fundirse en las sombras sin ser notado, sin ser relevante. Y en cada uno de esos momentos notó actitudes en su hermano que no correspondían a una persona loca.

Empecemos Otra Vez (Kimporchay) Where stories live. Discover now