III

939 108 7
                                    

—¡Tú no puedes darme ordenes!

—Y no lo hice. Es una orden para Knut y Sea. Si desobedecen perderán sus trabajos.

—Kim...

—No creo que quieras cargar con eso en tu consciencia, Che. ¿O sí?

Che pudo marcharse y hacer de su vida más fácil. Pero Kim se había atrevido a darle una orden, a manipularlo. Y estaba haciendo uso de su posición para llevarlo por el camino que él deseaba.

Tendría que soportar la presencia de Kim el resto de la noche, y tendría que aguantar a sus escoltas quienes le informaran de todo lo que hiciera o dijera.

Está bien por él.

Kim quería saber lo que hacía, entonces, le daría mucho por lo que estar enojado.

—Te vi hablando con Wik. ¿Lo conoces?

—Por desgracia —murmuró Che, tomó el asiento que antes había ocupado. —Es el cuñado de mi hermano. No nos llevamos bien que digamos.

—Lo siento. No lo sabía. Podemos ver algunas presentaciones y marcharnos antes de la suya.

—No, está bien. De verdad. No voy a dejar que Wik arruine mi noche. —Che sonrió de medio lado, se inclinó hacia delante y dijo: —Solo necesitaré un trago más fuerte de lo planeado.

—Eso si puedo solucionarlo.

Firts hizo un movimiento de muñeca y en cuestión de segundos tenía una botella de Jonny Walker etiqueta negra sobre la mesa. Si Sea y Knut iban a cuidarlo, Che no tenía ningún problema en beber libremente. Especialmente porque su tolerancia era más bien escasa, pero le gustaba la sensación de ardor recorriendo su garganta y el adormecimiento de sus músculos una vez el trago se asentaba en su estómago.

Al principio era difícil beber, casi asqueroso. No estaba acostumbrado a la bebida. Porsche no lo dejaba beber ni siquiera una cerveza estando él presente, así que sus experiencias se basaban en las ocasiones que bebió por despecho después de su ruptura con Kim.

Suponiendo que pudiera llamar eso una ruptura.

—Wik es bastante popular. —Con un movimiento de cabeza señaló la zona VIP donde un grupo de chicas pululaba a su alrededor en busca de su atención.

Kim les sonreía de vez en cuando, a veces hablaba con ellas pero su atención parecía estar centrada en Che. Quería beber, se moría por un trago pero no podía permitirse algo como eso momentos antes de cantar.

—Entonces, no me dirás quienes son ellos.

—Oh. Son Sea y Knut, pertenecen al equipo de seguridad de Wik. Se quedarán conmigo mientras él esté en el club. Lo siento, seguro no esperabas que tuviese un par de niñeras conmigo.

—Wik se preocupa por tu seguridad, es todo. No me molesta pero tal vez deba aclararle que el estado de su hermanito estará muy bien.

—¿Hermanito?

Sí, Che suponía que era una de las formas en las que Kim podía verlo. Por eso le había dado clases en primer lugar, ¿no? Luego uso su cercanía para espiar y traicionar. Pero al final del día el sentimiento de hermandad, que iba dirigido más a Kinn que a su persona, era lo que lo llevaba a actuar de esta forma.

Para Che esa situación tenía mucho más sentido que cualquier otra cosa. Después de todo, Wik era alguien que llamaba la atención a donde quiera que fuera. ¿Por qué iba a tener deseos de quedarse con un niño estúpido y poco atractivo como Che?

—Bebe un poco más despacio, la noche es joven.

Tenía razón. Si quería disfrutar de su tiempo con Firts y hacer de esa primera cita algo bueno, Che debía comportarse. No importaba lo mucho que quería hacer rabiar a Kim, eso lo conseguiría de todas formas.

Empecemos Otra Vez (Kimporchay) Where stories live. Discover now