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-"¡Iván, pará!"- se apresuró a decir, haciendo que el aludido se volteara inmediatamente hacia él. El pelinegro volvió unos pasos hacia atrás hasta quedar frente a Carre nuevamente.

-"¿Sí?"-

-"¿Vas a venir el próximo sábado?"- Iván se sorprendió por la pregunta. Había estado yendo a la tienda todos y cada uno de los sábados durante las últimos tres meses.

-"Si Rodri"- el castaño negó ligeramente con su cabeza. Lucía preocupado e Iván no podía entender el porqué.

-"Prometelo"- el pelinegro frunció el ceño -"Sólo... necesito que me prometas que vas a venir"- Iván trataba de deducir que es lo que estaba afligiendo tanto a Rodrigo así tan de repente, pero al no poder siquiera imaginarlo, se limitó a tratar de calmarlo, que regresara a la normalidad. Al Rodrigo feliz sin preocupaciones.

-"Te prometo volver el otro sábado, Rodri"- dijo en su tono más dulce y sincero.

-"Gracias"- contestó el castaño tratando de dar su mejor sonrisa.

Iván por su parte le dedicó su más hermosa sonrisa angelical al punto en que sus pómulos se marcaron notablemente.





Los siete días siguientes fueron eternos para Rodrigo. Cada minuto. No podía sacar a Iván de su mente. Todas las cosas que habían ocurrido. Debía estar preparado para lo que sea que fuese a ocurrir. Acomodó su uniforme azul marino, colocó el gorro negro que Iván le había obsequiado sobre su rizado cabello, y se dirigió al centro comercial.

-"Llegaste temprano"- dijo el encargado con las llaves en sus manos, comenzando a abrir el local para la jornada del día.

-"Sí, desperté temprano y no pude volver a dormirme"- dijo con una risita. En realidad apenas si había podido conciliar el sueño durante la noche.

La jornada laboral empezó. Y Rodri trataba de mantener su cabeza ocupada en cualquier otra cosa, la ansiedad lo estaba carcomiendo por dentro.

Para su suerte sólo tuvo que soportar un par de largas horas antes de ver esa silueta atravesar la puerta de entrada al lugar.

Suspiró de alivio, porque después de todo Iván cumplió su promesa y se presentó, pero él aún seguía paranoicamente nervioso.

Iván caminó hasta él como si nada. Rodrigo lo observaba expectante. Cuando estuvieron frente a frente se quedaron mudos mirándose fijamente.

El alto no comprendía el por que Rodrigo no lo saludó efusivamente y comentando alegremente lo primero que se le venía a la cabeza como acostumbraba. Decidió ser él quién rompiera el silencio, antes de que éste se tornara más incómodo.

-"¿Hola?"- dijo algo tímido.

Carre escuchó su voz y se dio cuenta de que se había quedado congelado. Sacudió ligeramente su cabeza y le dedicó una bonita sonrisa.

-"Hola, Iván"- respondió.

El pelinegro frunció apenas el ceño. No estaba actuando como de costumbre. Le entregó el CD que había tomado al ingresar al lugar. El bajito lo tomó en silencio y efectuó el cobro. Todo de manera muy silenciosa. Iván se preguntó si había hecho algo malo para que Carre se mostrara tan distante.

-"¿Querés... almorzar conmigo?"- preguntó, mostrándose algo indeciso.

¿Qué clase de pregunta era esa? Por supuesto que quería.

-"Obvio"- dijo serio, pero con determinación.

Se dirigieron al pequeño cuarto. Se sentaron frente a frente en la pequeña mesa del lugar, Rodrigo trajo su almuerzo y comenzó a degustarlo, aunque ese día en particular no tenía mucho apetito.

𝙚𝙡 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙘𝙙'𝙨 ★ 𝘳𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Where stories live. Discover now