Soy Eduardo Izazaga. Un hombre de 30 años, padre de un hermoso niño que está por cumplir 6 añitos.
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Nunca me casé con la madre de mi hijo. Nuestra vida juntos no estaba destinada al triunfo y lo supimos desde un principio. Siempre he Sido considerado un hombre guapo, agraciado. Y con algo de suerte. Lo cual me ha llevado a tomar ciertas ventajas.
Trabajé en una empresa que hace botellas de vidrio durante alrededor de 4 años. Pero me di cuenta que eso no era lo mío.
Lo bueno viene a partir de aquí.
Al renunciar a esa patética empresa, endeudado hasta los huevos decidí entrar a la empresa donde trabajaba mi hermano, una compañía minera algo mediocre pero con sueldos parcialmente buenos. Despachaba gasolina y era algo bastante simple.
Entre todos mis compañeros estaba Cristóbal Ponce, todos sabíamos que le gustaban los hombres pero el nunca dijo nada de su sexualidad.
No pasó ni el año para mí trabajando y ya habíamos discutido, no volvimos a hablar en todo el resto de tiempo que trabajé.
Solo quería un lugar donde distraerme, de la vida que tenía con la mujer que me junté y la verdad aunque el tratara de ayudarme de vez en cuando y los demás fueran buen rollo perdí todo contacto con ellos después de que me terminaran.
Con las mujeres siempre fui un galán, he tenido tantas novias que hasta podía decir orgulloso de que fui un potro.
Solo tengo un punto débil. Mi hemofilia, he vivido con esta enfermedad toda mi vida y no se la deseo a nadie. Cada golpe, cada caída, cada simple raspón ha significado para mí un intenso dolor.
Cómo todo galán sin suerte mi mujer se dio cuenta de que le había puesto el cuerno una o varias veces. Al final ya no soportó esos eventos y terminó por pedir que me fuera de casa diciéndome que solo le diría a mis hijos que volvería y que solo me habría ido por trabajo. Ambas mentiras, ni estaba trabajando y no quería que volviera.
Volví a casa de mi mamá sin ganas de volver a trabajar ni nada, mi mamá nunca se enfadó conmigo. Pero la verdad yo lo que quería era dejar de hacer algo. Dejar de depender de un empleo y ser feliz y estar tranquilo. Subí de peso como no tienen una idea, fueron casi dos años en casa de mi madre viviendo de ella. Sin darle ni una moneda a mi hijo e hijastro.
Nunca ame a nadie más que a mi mismo decía mi ex, y tal vez tiene razón. Me gusta ser egoísta y me gusta saber que solo yo soy importante.
De la nada te encuentras a excompañeros que creen que te pueden decir lo que quieran. "Estás muy repuestito cabron". "Dónde está el flaco mamado". "Panza chelera que te cargas Zaza". Entre otras cosas. Pero me encontré al jotito. Yo nunca esperé que me saludara pero de la nada me habló alegre.
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