Mucha gente habla del amor a primera vista, que debe ser algo perfecto y único, además de sentirse como si nada a tu alrededor importara.
Mi nombre es Kendall Levy, tengo 30 años y tengo dos empleos, uno más mediocre que el otro y una vida relativamente fácil. O lo fue hasta que me enamoré.
Así como me ven, vengo de una familia judía. Misma que debido a mis intereses decidimos mutuamente alejar lazos puesto que soy todo menos ortodoxo.
De todas las "idioteces"que según mis padres he hecho, les contaré una o unas cuantas.
Me alejé de mi familia hace 7 años. El primer empleo que conseguí fue como instructor en un gimnasio que me pagaba 10 dólares la hora. Lo necesario para poder vivir además de que podía usar la maquinaria necesaria para seguir mi propia rutina.
Mi primer día había llegado y me tocaba conocer al maldito equipo de trabajo.
Conocí a todos los chicos y chicas, pero entre todos hubo alguien que venía llegando. Su nombre Jaimie Pereira. Quien venía sudando como loco con una actitud algo egoísta.
Jaimie. - Vaya, tu debes ser el chico nuevo.
Me miraba profundamente con sus ojos verdes y su piel morena, sentí algo extraño al verle. Pero me negaba a entenderlo, y más que nada a creerlo.
Soy Kendall Levy.
Le contesté tratando de que no notara mi inseguridad al verle. Sus brazos eran más grandes que los míos, sus piernas mas gruesas, su abdomen más marcado e incluso su voz era más grave. Me sentía tan femenino a su lado. Tanto que durante todo un mes hice lo posible para superarle en todo cuanto podía.
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Relatos Eroticos y otros románticos
RomancePuede ser amor o puede ser solo sexo... Pero la sensualidad estará a la orden del día con estos chicos.