Capítulo 19: La saiyan de élite

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- Auber, deberíamos irnos... – susurró Umber a su espalda. El joven explorador llevaba puesto su rastreador y seguramente había medido el nivel de poder de su adversario.

- Parece que si eres más valiente que tu padre – dijo Avoc aumentando aún más la fuerza sobre su hombro y esbozando una larga y fina sonrisa -. Esa es una buena actitud.

Un fuerte dolor recorrió el brazo de Auber. Por acto reflejo activó la zona de ki y extendió su diámetro hasta cubrir a su adversario. Como sospechaba, el saiyan no tenía huecos en su ki donde poder atacar y, al estar inmovilizado, Auber no podría esquivar sus golpes. Estaba indefenso.

- ¡Idiota! ¡No deberías provocar a Avoc! - exclamó Melo claramente satisfecho por el desarrollo de la situación -. ¡Tiene más de 5.000 unidades!

¡Maldición, me he confiado! – se lamentó Auber -. No debí dejar que me agarrase.

- Pero también eres engreído, una mala característica para un explorador – continuó Avoc. La fuerza de su agarre era insoportable y, a pesar de sus esfuerzos, Auber acabó de rodillas -. Así esta mejor.

- ¡Suéltalo de una vez! - gritó Tich. Se había puesto en posición de ataque y parecía dispuesto a entrar en combate a pesar de que no tenía ninguna posibilidad.

- Tich, no te metas – le pidió Auber.

- Hazle caso chico, no eres rival para mí – dijo Avoc mirando al explorador -. De hecho, ninguno lo sois.

- Ellos no, pero yo si – dijo una voz.

Sucedió en un parpadeo. De la nada una figura se materializó frente a ellos y, agarrando a Avoc por la muñeca, liberó a Auber de su presa.

Auber reconoció su pelo rojizo al instante. Era Anan. No sabía cómo ni de dónde había aparecido la saiyan, pero ahora se interponía entre él y Avoc.

- ¿Quién eres tú? - dijo Avoc moviendo el brazo para liberarse del agarre. Para su sorpresa, su intento fue inútil y la presa de Anan no hizo sino intensificarse.

- Mierda, es Anan... - se lamentó Melo.

- ¿Anan, la élite? - preguntó Avoc con curiosidad -. He escuchado hablar de ti en el Cuerpo de Guerreros. Dicen que nadie había superado la instrucción tan rápido desde que se tienen registros. ¿Qué motivo tienes para meterte en esto?

- No me gusta – respondió la saiyan con su habitual tono monótono.

- ¿No te gusta? ¿El qué, que nos metamos con estos? ¿Son tus amigos o algo así? - inquirió Avoc.

- Tu olor – respondió Anan -. No me gusta tu olor.

- ¿Mi olor? ¿Me atacas por mi olor? - preguntó Avoc visiblemente confundido.

- ¿No es un motivo tan bueno como cualquier otro? - repuso a su vez Anan.

- ¡Esta loca Avoc! ¡Siempre lo ha estado! - exclamó Melo.

- Eso parece... - admitió Avoc mientras seguía observando a la saiyan con gesto pensativo.

El guerrero parecía estar valorando que hacer ante esta inesperada situación.

- Avoc, deberías dejarla en paz – dijo el otro guerrero del grupo de Melo -. Mi rastreador se vuelve loco con ella. ¡Tiene 8.200 unidades!

- ¡Eso es imposible Sprout! - exclamó Melo -. Hace dos meses no llegaba a 7.000 ¿Cómo va a subir más de mil unidades en ese tiempo?

- Te digo lo que veo – repuso Sprout.

Avoc seguía mirando a Anan, valorando su siguiente paso. El saiyan era más analítico de lo que transmitía su brutal aspecto.

Dragon Ball: una historia de los saiyansWhere stories live. Discover now