Capítulo 19: La saiyan de élite

Magsimula sa umpisa
                                    

- Eso si no te la fundes antes – bromeó Auber.

- ¡No prometo nada! Tendrás que estar pendiente el día de cobro – repuso Tich.

- ¡Lo más probable es que mueras en tu próxima misión y te ahorres la deuda! - dijo una voz tras ellos.

Sorprendidos, el grupo se giró en dirección a su interlocutor, encontrándose frente a frente con Melo. El matón los observaba esbozando una malévola sonrisa. No estaba solo, tras él se encontraba Cado y otros dos saiyans que Auber no conocía. Todos llevaban la armadura del Cuerpo de Guerreros, por lo que supuso que debía tratarse de su nuevo escuadrón.

- ¡Cuánto tiempo! - exclamó Melo -. ¿Quién iba a pensar que me iba a encontrar con lo mejor de lo mejor del Cuerpo de Exploradores? ¡Hoy debe ser mi día de suerte! Aunque claro, lo mejor del Cuerpo de Exploradores sigue estando por debajo de la basura.

El grupo de Melo rió ante la burda ocurrencia del saiyan. Tich y Umber retrocedieron por inercia al reconocer a Melo. Auber supuso que Tich aún recordaba la paliza que había recibido durante el torneo de poder.

- ¿Qué tal está tu cola basura? - le preguntó Melo acercándose a Tich. El saiyan se había dado cuenta de la incomodidad del joven explorador y estaba dispuesto a hacer daño.

- ¿Y tu Melo? ¿Qué tal tu abdomen? - preguntó Auber, interponiéndose entre los dos saiyans -. La última vez que lo toqué lo noté un poco frágil.

- ¡Tú no te metas bastardo! - exclamó Melo encarándose con Auber -. Esa vez solo tuviste suerte. Usaste un truco para pillarme con la defensa baja, pero eso no volverá a pasar.

- Si tú lo dices... Supongo que ya lo descubriremos la próxima vez – respondió Auber girándose para irse -. Ahora, si nos disculpas, tenemos que volver al barracón enseguida.

Le hizo una seña a Tich y Umber para que comenzasen a andar. No era el momento de iniciar una pelea. Mañana emprendían el viaje al sistema Malvarala y Raditz no toleraría que llegasen heridos. Aunque no soportaba a Melo, no podía poner en riesgo la misión y sus propios objetivos.

- Claro, claro – dijo Melo -. He escuchado que os han seleccionado para una misión contra los tardalianos en el Cuadrante 36. ¡Te deseo suerte Auber! A tu familia no suele irle bien por allí. Espero que, al menos, tengas más honor que el cobarde de tu padre y consigas una muerte digna.

Auber apretó los dientes y continuó su camino. Apenas había conocido a su padre y los recuerdos que tenía de él eran vagos y confusos. Sin embargo, para un saiyan el honor lo era todo y que una escoria cobarde como Melo pusiese en duda el suyo hacía que le hirviese la sangre.

- ¡Un momento! - dijo una voz grave agarrando a Auber del hombro -. ¿Tú eres el hijo de Nap el Troll?

Auber se giró y se encontró de frente con uno de los secuaces de Melo, un alto saiyan de pelo corto y aspecto imponente. Debía de rondar los veinte años y le sacaba una cabeza. Tenía una larga cicatriz que le recorría desde el ojo derecho hasta el labio y observaba a Auber con gesto intimidante.

- Si, lo soy – afirmó Auber manteniendo su mirada -. ¿Supone un problema?

Estaba cansado de los saiyans de élite y su tendencia a actuar como matones. Tras su formación con Morello se había prometido que nunca más se dejaría intimidar.

- Si, lo supone – afirmó el saiyan aumentando la presión sobre el hombro de Auber -. Me llamo Avoc. Mi padre y mis dos hermanos murieron en Tardalia por culpa de Nap el Cobarde.

- Lo siento mucho, pero yo no estaba allí – dijo Auber ignorando el dolor en su hombro -. Si quieres ajustar cuentas, puedes ir al infierno y hablar con mi padre. Es el camino más fácil y, si no quitas la mano de mi hombro, quizás te ayude a llegar allí.

Dragon Ball: una historia de los saiyansTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon