—¿Ah? —dejando completamente de lado lo que hacía, Malcolm alejó momentáneamente el teléfono de su oído para verlo con confusión, casi como si de algún modo el inanimado objeto supliendo el impávido rostro de Stevie al hablar pudiese ayudarle a entender— ¿Por qué habría de...?

Y entonces lo captó.

—¡Oh, por Dios, te odio! —chilló— ¡Eres el peor amigo del mundo!

La irritante risa de Stevie al otro lado le hizo resoplar con fastidio y poner los ojos en blanco a pesar del ardoroso bochorno que parecía tratar de quemarlo vivo por dentro. Pensar en esas cosas definitivamente no era lo que Malcolm necesitaba ahora mismo.

«Ugh»

Sí, tal vez debería conseguir un terapeuta real.

Uno con inclinaciones y posturas más convenientes.

—¿Quieres decir que aún... conservas tu... virtud?

—¿Qué demo- ¡Stevie!

En serio, de verdad, Malcolm creyó que su cara explotaría de vergüenza.

Y, no obstante, a Stevie no le importó;

—¿Qué? Francamente me... sorprende —continuó como si nada—. Digo, con lo animal... que es...-

Malcolm boqueó incrédulo.

—Ay, por Dios, de verdad no puedo creer que estés hablando de esto —gruñó—. ¿Quién eres y qué has hecho con mi apático y desinteresado Stevie? ¿Esto es cosa de Maisie? ¿Debería empezar a creer eso de que los pelirrojos no tienen alma y esas cosas?

—Dímelo tú... ¿Has notado que tu cabello... es algo rojizo... bajo la luz...?

—Oh, ¿en serio? —bufó irónico— Haberlo dicho antes... Tal vez sí eres tú el que está maldito y atraes a ese tipo de criaturas.

—Bueno, no es tan... malo —respondió, y Malcolm casi pudo escuchar la burlona sonrisa detrás de su pausa para suspirar—... Hasta que te das... cuenta... que algunas vienen incluidas... con irritantes y salvajes... bestias de ojos verdes.

—¡Oye!

—Ah... ¿ya estamos en esa... fase? —rio— De acuerdo... perdón por ofender... a tu príncipe azul.

—Dios, eres tan molesto —resopló arrugando la nariz— ¿Y no eras tú quien hablaba de los límites? No sabía que te habías aclimatado tanto a la idea como para decidir hacer ese tipo de bromas.

—Oh..., no sabes el trabajo... que me costó morderme la... lengua... para no decir nada... cada que... los veía allá...

—¿De qué estás hablando?

—Considéralo... mi pago.

—¿Pago?

—Piénsalo... Sé que no lo hemos... hablado directamente..., pero... ¿quién fue la verdadera... víctima... ese fin de... semana? —bufó irónico— Soportar tus ojos de... cordero..., y a él viéndote el... trasero todo el... tiempo-

Malcolm jadeó.

—¡Nosotros no- ¡Él no- Uh... ¿de verdad lo hacía?

—¿Ahora sí quieres... hablar de eso? Interesante...

—¡Bien, bien! ¡Suficiente! ¿Podemos discutir después lo pesimista y dramático que soy?

—¿Y lo mucho que merezco... un premio... al mejor amigo de todos los... tiempos?

Serotonina [Wilkercest]Where stories live. Discover now