7. Fiesta

496 54 7
                                    

El timbre sonó con fuerza en cada rincón de la institución Shingeki y aunque todos los estudiantes empezaron correr para ir a sus respectivas aulas, Eren se escondió trás la pared del pasillo dónde estaba el casillero de Mikasa y ella misma sacando los libros de su próxima clase. Él quería estar en el momento exacto que recibiera su regalo y ver su expresión de felicidad al saber que había escogido el correcto.

Diez minutos le tomó al repartidor llegar con un bellísimo arreglo de tulipanes, las flores que le parecieron más bonitas en la floristería de la otra cuadra. Le hizo un gesto con la mano indicándole donde era que estaba el casillero pero él no contaba que en esa fracción de segundo que tomó el quitar la vista de Mikasa, esta hubiera desaparecido sin dejar rastro. En lugar de y en la misma dirección donde se fue, Historia Reiss se aproximaba para abrir su casillero, el cual estaba junto al de Mikasa, para mala suerte de Eren.

—¡No! —aunque estaba alarmado, eso lo dijo en un susurro.

—Disculpe —el repartidor captó la atención de la rubia pero Eren quería morirse por segunda vez—, ¿Es usted la novia de Eren Jaeger?

¡¿Qué?! ¡Pues claro! Solamente a él se le ocurría la brillante idea de no haberle puesto el destinatario al presente cuando se lo habían preguntado. ¡¿Como iba él a saber que era un destinatario?!

—¡Ay, por Dios! —los ojos de Historia, que de por sí eran azules, brillaron más por la emoción—. ¡Si, soy yo, la novia de Eren Jaeger!

—¡No, no es verdad! —enterró las uñas en la pared pero no se movió de su sitio.

—Estos tulipanes son para ti —le entregó el arreglo de flores y la hizo firmar el formulario para después despedirse con una sonrisa creyendo que había hecho un buen trabajo. Y tuvo el descaro de alzar el pulgar y guiñarle el ojo al moreno escondido en el pasillo—. Hasta luego —y se fue.

Maldita sea. El ojo le tembló del estrés, y más cuando el grito de emoción que pegó Historia le perturbó los oídos. Todo salió al revés.

—¡Ay, Eren! —él era alto a diferencia de ella pero como pudo se las arregló para saltarle encima y robarle un beso—. Yo no sabia que eras detallista. ¿Como supiste que los tulipanes son mis flores favoritas? Y rosadas, ¡Amo ese color! —ni lo dejaba hablar pero fue un alivio para él cuando lo soltó y desapareció del pasillo hablando y canturreando sola—. ¡Ah! ¡Eren me regaló flores!

—Mierda —musitó. Más ese no fue su último intento del día.

El segundo intento fue difícil de obtener por lo que le tomó tres días convencer a Connie para que lo ayudara escribiendo algún poema; pues nadie lo sabía pero él era un romántico empedernido.

—¿Estás loco? Debo ir a clases —se negó las tres primeras veces—. Además, si lo que quieres es darle un regalo, debería ser algo hecho por tus propias manos.

—Lo intenté pero no soy bueno con las manualidades.

—¿Y porque simplemente no eres tú? Te ha servido mucho hasta ahora —Eren lo detuvo en el pasillo interponiendose en su camino—. Voy a llegar tarde, quítate.

—Mikasa es demasiado especial y quiero darle algo mejor que un simple coqueteo estúpido —le explicó con tanta sinceridad que si Connie no lo conociera, le hubiera creído—. Por favor, Connie. Tú sabes más de estas cosas, ayudame.

—Bueno —le dijo después de pensarlo un buen rato y suspiró—. Te ayudaré pero después de clases.

Cerca de las cuatro con treinta y cinco de la tarde, cuando todos estaban saliendo de sus salones para volver a casa, Eren se reunió con Connie y Niccolo en la puerta principal del instituto.

𝐃𝐞𝐣𝐚 𝐕𝐮 | EreMika [✔]Where stories live. Discover now