3. ¿Verdad que digo verdad?

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Mikasa retrocedió unos pasos, temerosa pero más que nada, confundida. Agachó la mirada un instante y cuando volvió a fijarla en el moreno que tenía enfrente, preguntó:

—Discúlpame, ¿Te conozco?

Eso había sido suficiente. Antes él había escuchado de los corazones rotos, pero era demasiado literal cuando le dijeron que hasta podía escuchar el crujir en su pecho. El sentimiento era tal que sentía que moriría. ¿Era posible que ella no lo reconociera?

Avanzó hacia ella, deseando tocarla pero antes de poder decir nada, escuchó una voz a su espalda bastante conocida.

—¡Mikasa!

Annie Leonhart hizo acto de presencia dejándolo más boquiabierto. No existía diferencia, seguía siendo rubia con cara de haber tenido el peor día de su vida, pero llamó su atención la ropa que tenía puesta; una camisa blanca de mangas largas y una corbata roja, una falda roja tan corta que dejaba completamente al descubierto sus piernas enfundadas en una medias de red del mismo color rojo. Lo único diferente eran sus botines con tacón alto que le proporcionaban más estatura. La rubia tomó del brazo a la pelinegra y la tiró para llevársela.

—Te he buscado por todas partes —trató de alejarla del grupo pero Mikasa soltó su brazo—. Vamos. Si llegamos tarde será tu culpa —de repente su mirada de fijó en el rubio de anteojos con un rubor en las mejillas, también la estaba mirando, aunque con más timidez. Annie sonrió—. Hola, Armin.

Armin, que estaba enamoradismo de ella desde que la vió discutiendo con Reiner y Bertholdt por una barra de chocolate en el comedor, apartó la mirada tratando de esconder una tímida sonrisa y cuando la volvió a ver, sonrió más.

—Hola, Annie.

Los demás saludaron con la intención de hacer notar su existencia pero Annie los ignoró tal y como hacia siempre. Miró a su amiga de cabello azabache.

—¿Nos vamos?

—Si. Vámonos —Mikasa asintió y se despidió de sus compañeros. Le dedicó una corta mirada al moreno pero no se despidió de él y volteó a ver a Jean—. Nos vemos después del módulo tres —le indicó y tomando el brazo de Annie, se fue sin más.

Jean suspiró con una sonrisa y volteó a ver a Connie y Sasha. Ambos lo miraban a su vez con cierta complicidad, pero no les dió tiempo de humillar más al pobre muchacho porque el timbre resonó por toda la institución indicándole a todo el mundo que debían ir al salón de clases.

—Ay, no puede ser —Connie deseó morirse, nada podría ser peor que la clase de matemáticas—. Perdimos la oportunidad de oro.

—Pero te hubieras ido, mequetrefe.

Sasha recogió las envolturas con dulces y los tres; Jean, Connie y ella, se dirigieron a sus respectivos salones.

Mientras se marchaban, Eren no dejaba de ver la espalda de Sasha, no porque le hubiera parecido interesante, más bien, estaba intrigado con verla allí, tan linda, tan radiante, tan...viva.

—Eren...—Armin lo llamó y volvió hacia él, tenía tantas preguntas y cada una de ellas carecía de respuesta—. Tenemos que entrar.

—¿Qué está pasando? —se preguntó más para él que para su rubio amigo—. ¿Por qué... Mikasa actúa de esa manera?

Armin frunció el entrecejo.—¿De qué otra manera debería actuar?

—Como lo que somos, amigos.

Armin deslizó los anteojos por el puente de su nariz para devolverlos a su lugar, luego rascó su nuca, buscando la forma correcta de decir lo que diría o más bien, tratar de comprender el comportamiento de Eren.

𝐃𝐞𝐣𝐚 𝐕𝐮 | EreMika [✔]Where stories live. Discover now