1. Despierta Jaeger, Despierta

1.6K 115 14
                                    

El universo es enorme, nada podría ser comparado con su belleza infinita pero Eren, parado en la soledad de lo que era conocido como los caminos, observaba con desánimo en sus ojos la inmensidad que lo rodeaba.

Han pasado tres años desde entonces y estaba muy lejos de sentirse satisfecho con sus acciones. Han pasado años desde entonces y empezaba a extrañar algunas cosas; él hubiera querido tener una vida normal pero sabía que aquel deseo no le sería concedido. Ciertamente la libertad tiene un precio y así como varios civiles y soldados, él había pagado muy caro.

Ya no podía arrepentirse pero siempre podía sentarse en la arena y admirar el cielo para escarbar en los recónditos de su memoria y recordar como era su vida antes, mucho antes de volverse aquella persona de la que no se sentía orgulloso.

No podía quejarse. Tenía el consuelo de que no estaba solo en la inmensidad de los caminos, Ymir Fritz se había vuelto su única compañía.

Aunque, si cerraba los ojos, podía viajar un rato entre todos aquellos recuerdos; podía escuchar la felicidad de Sasha las veces que se escabullía en el comedor, podía sonreírse recordando los inútiles planes de Connie y sus malos chistes, él podía sentir el viento salado dándole en el rostro y ver la sonrisa de Armin con la caracolas entre sus dedos, podía ver sus discusiones con Jean pero también los ratos de compañerismo que tuvieron juntos.

Si cerraba los ojos tan siquiera por unos segundos, podía verse con Hange en ese laboratorio o sentados, él en una silla y ella al otro lado del escritorio riéndose por algo, cualquier cosa y detrás de ellos, con semblante serio y el entrecejo medio fruncido, el malhumorado capitán.

Si se atrevía a cerrar los ojos era porque extrañaba el único concepto que tenía de una familia pero aquél anhelo no podría compararse con el amor que sentía nada más con pensar en la chica de la bufanda roja.

—Mikasa —murmuró.

Se abrazó y frotó sus manos por encima de la tela de su abrigo gastado. Más que un mecanismo para espantar el frío, era una forma de darse consuelo. Oyó unos pasos detrás de él, aproximándose.

Ymir se paró junto a él pero ni siquiera se molestó en darle una mirada y siguió admirando el cielo. La muchacha tiró de la manga de su abrigo gastado buscando su atención. Eren agachó la cabeza y ella sonrió, mostrándole su compasión y él, aunque triste, regresó el gesto.

La experiencia y el tiempo la capacitaron para entender los sentimientos humanos, de todas formas, alguna vez ella también tuvo vida. Nadie podía entender lo que él sentía mejor que ella. El muchacho había estado tan decaído desde los sucesos del retumbar que no podía ponerse a pensar en nada más que ayudarlo. Eren la ayudó sacándola de su sufrimiento, era tiempo de regresar aquel favor.

Desde tiempos inmemoriales, aprendió un sinfín de cosas sobre la humanidad; buenas y malas. No obstante, el mundo de los caminos ofrecía la tranquilidad más no la posiblidad de vivir. No perdía nada con intentarlo, ¿Cómo se pierde lo que está perdido?

—¿Qué pasa? —Eren preguntó cuando la muchacha señaló con el dedo hacia alguna parte y él miró en esa dirección.

Ymir nunca fue una persona de muchas palabras, apenas conseguía expresarse con gestos o señalando cosas. No era que no pudiese hacerlo, pero Eren no había escuchado que lo hiciera antes. Notó el desconcierto en el moreno y frunce las cejas y tira de la manga de su abrigo de nueva cuenta para después guiarlo con ella.

—¿Eh? —Eren levantó una ceja cuando Ymir lo empujó hasta ponerlo enfrente de un fuente de luz, la niña se posicionó detrás de él.

Él volteó a verla buscando una respuesta pero ni siquiera pudo ver lo que pensaba através de su mirada porque su flequillo le tapaba los ojos. Aveces se preguntaba como era capaz de ver con tanto cabello en el rostro.

𝐃𝐞𝐣𝐚 𝐕𝐮 | EreMika [✔]Where stories live. Discover now