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Jimin no había dormido tan plácidamente por mucho tiempo. Todo era perfecto. Sábanas blancas y suaves, almohadas cómodas y con el relleno perfecto. Todo, absolutamente todo. No se había sentido tan consentido. Se envuelve en las sábanas hasta quedar como un pequeño rollo humano y se queda sin moverse pero con una sonrisa sincera y agradecida.

Se pregunta el por qué aquel hombre que no conoce pudo haber sido capaz de invertir en él, de seguro tiene tanto dinero que no sabe qué hacer con él.

— Esto si es vida — dice mientras se despoja de las sábanas y estira totalmente su cuerpo. Hoy no tiene nada que hacer, tan solo está a la expectativa de su futuro nuevo trabajo.

Mira en el teléfono un mensaje de su representante, lo espera en una cafetería para hablar. Se levanta completamente y se limpia el rostro con las manos y se dispone por fin a asearse y cambiarse.

El agua tiene la temperatura perfecta para despertar sus sentidos, cae sobre su espalda y Jimin se siente en el cielo. Termina de alistarse y cuando va a tomar las llaves para cerrar la puerta, notó que estaba también la llave de un auto.

— No puede ser, ¿tengo auto propio? — se preguntó con una mezcla de duda y emoción. Decidió llamar al asistente del presidente Kim y efectivamente, el auto era completamente suyo. El chico por poco se desmaya. Un poco exagerado pero se sentía realmente emocionado.

Baja despacio hasta el estacionamiento subterráneo y se llevó la sorpresa de que hay algunos autos aparcados y no sabe cuál es el suyo. Se paró en medio y le quitó el seguro y notó que un auto blanco se desbloqueó. Dió saltitos de felicidad y después se quedó estático en su sitio, no había notado la presencia de una dama que lo miraba como bicho raro.

Hizo una reverencia en modo de disculpa y caminó lo más rápido que pudo hasta el vehículo y se subió. Acarició el cuero que cubría el volante y miró todo a su alrededor. Impecable. Se sintió de alguna manera con un favor inmerecido, pues no había hecho nada para recibir tanto.

La incomodidad desapareció en cuanto encendió el motor, salió con cuidado del estacionamiento y se dirigió con ayuda del GPS a la cafetería donde el hombre lo esperaría. Cuando llegó el tipo por poco tenía la boca en el suelo de la impresión. Jimin sonríe y entra al establecimiento y se sienta frente al hombre que no dejaba de mirarlo con sorpresa.

— ¿Te ganaste la lotería, acaso?

— No, nada de eso. Es... Algo complejo de explicar.

El manager lo miró extraño pero le restó importancia al asunto y le comentó enseguida que tenía un trabajo en un comercial de shampoo.

— Yo... Ya no deseo seguir haciendo esto, Siwon.

— ¿A qué te refieres?

— Simplemente estoy un poco cansado de solo salir en comerciales. Necesito crecer.

— ¿Y cómo se supone que crecerás si prácticamente eres un extranjero? — preguntó el hombre con mirada filosa. Sus palabras sonaban tan llenas de arrogancia. — Nadie va a contratarte, Jimin.

El chico apretó el puño sobre su pierna y negó con la cabeza. Se dió cuenta que ese tipo era un completo idiota.

— Lo lograré — respondió convencido.

— A no ser que uno de esos viejos asquerosos empresarios te patrocine, no podrás lograr nada por tu cuenta.

Jimin abrió los ojos y tragó duro, era exactamente lo que estaba sucediendo con la diferencia de que no era un viejo asqueroso, sino un guapo hombre en sus treintas.

— Me tengo que ir. Yo invito el café. Nos vemos Siwon.

El hombre se quedó ahí mientras Jimin sacaba un par de billetes y los dejaba sobre la mesa. Palmeó la espalda del hombre y salió para subir al auto y desaparecer entre el tráfico.

Los años sin tí ~ NamMinWhere stories live. Discover now